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viernes, 3 de septiembre de 2010

placer por placer


- Llámala y simplemente dile lo que me has dicho a mí. Y después, quiero que me lo cuentes todo.

La llamé inmediatamente después de terminar la conversación con mi amiga.

- Sí
- Hola, soy Abel. ¿Te acuerdas de mí?
- Claro que me acuerdo, fui a buscarte para pasear por una playa nudista hace tres días, me hago mayor pero mi memoria aún tiene la fecha de caducidad en más allá de una semana. ¿Qué tal?
- Bien, yo tampoco te he olvidado. No se como decir esto, joder que torpe, pero te deseo, deseo que ocurra lo que nos negamos el sábado noche y el domingo por la mañana.
- ¿Sin compromisos?
- Sin compromisos
- Nadie me había propuesto tener sexo sin compromiso, sin la llamada del día después. Placer por placer. Me has puesto nerviosa.
- Yo también lo estoy.
- Pero así, ahora, sin pensar.
- Sí, sin pensar. Si hubiera pensado no te habría llamado. Es así de sencillo, sin historias.
- Yo tampoco quiero historias, y también te deseo. Podría estar en tu ciudad a las diez.
- A las diez entonces.

No pudieron ver sus sonrisas, pero los dos sonrieron mirando al suelo después de colgar.

A las nueve y media ella devolvió la llamada.

- Hola niña.
- Hola. Estoy en la puerta de tu casa.
- ¡¿Ya?! ¿Habíamos quedado a las diez no?
- Si, pero no pensabas que todo iba a ser tan fácil. ¿Dónde estás?
- Pues ahora estoy exactamente subido a una pirámide del parque con mi sobrino.
- ¿Estás muy lejos?
- No, dejo a mi sobrino en casa y voy hacia allí.

Pudo verla desde muy lejos. Reconoció su flequillo recto. Morena. Llevaba un vestido corto espectacular y unos tacones por donde podría dejarse lanzar. Estaba realmente linda. En ese momento se dio cuenta que él iba en bermudas, chanclas y con una camiseta que su sobrino había empapado de agua y arena.

-¿Qué tal niña?
- Muy feliz. Pero ahora tomo yo las decisiones. He conducido hasta aquí para estar contigo, y ahora quiero saber si eres como pareces ser. Tienes cinco minutos para subir a tu casa y convencerme de que te deseo.


Él se quedó confundido, pero le encantaba el juego.


- Y una cosa más, no pierdas treinta segundos en ducharte, ni te cambies de ropa, y menos de camiseta.


Él subio las escaleras a toda velocidad, pero mientras introducía la llave en la cerradura, decidió que era mejor pensar despacio. Sólo había una manera de mostrarse como era, mirar a su alrededor y buscar que cosas podían ayudarle. Buscar en las habitaciones habría sido muy evidente. Ella era especial y querría algo diferente. En el salón encontró dos aliados. De un lado, un ramo de  juncos decorativos con perlas plateadas. Sacó el ramo de su jaula de cristal y separó los juncos para crear un sendero que por un instante le recordó la vuelta a casa tras su paseo con ella por la playa. El sendero conducía por un largo pasillo hasta un cuarto donde se amontonaba ropa para planchar, zapatos, libros, discos, y fotografías dispersas por el suelo. De otra parte, el portátil serviría para que ella pudiera ver los últimos setenta y siete segundo del corto "Dime que yo"...mientras colocaba los últimos juncos sonó el portero automático.

- ¿Si?
- Se acabó tu tiempo.
- No han pasado cinco minutos.
- No pensarías que iba a darte todo el tiempo del mundo.

Le abrió la puerta, y escuchó el ruido del ascensor. Al menos el ascensor no estaba aún listo para ella. Al abrir la puerta se topó con la puerta imantada del frigorífico. Ahí estaba su tercer y último aliado. Eligió dos heineken muy frías, las puso en la bandeja que utilizaba normalmente para comer, y corrió para dejarlas junto al portátil.

No salió a recibirla. Escuchó el ruido de sus tacones contra la madera y el silencio entre paso y paso. Durante veinte eternos segundo no se escuchó nada. Después, el primer paso, el segundo...como un tic tac de un reloj antiguo. Dos minutos después ella había llegado a su destino. Ya habría visto el portátil y las heineken frías, ya habría gotas en el cristal verde. De nuevo el silencio.

- ¡Dime que te parezco hermosa! - Aquella frase le hizo saber que ella estaba viendo el final del corto.

Tras los setenta y siete segundos de película de nuevo el silencio.

- ¡Quiero brindar contigo!

Él apareció de uno del armario de la habitación donde se había escondido por falta de tiempo. Brindaron con las cervezas. Mezclaron besos, jadeos, caricias en el pelo, miradas, se besaron sin ni siquiera tocar sus labios. Ella le quitó su camiseta embarrada, besó sus pechos y mordió con rabia sus pezones. Mirándole a los ojos dejo caer sus bermudas... El intentó hacer resbalar una de las tiras del vestido por su hombro...

- No sigas. Aún no sé si merecerá la pena que me desnude para ti. - Aquellas palabras retumbaron en su pecho como una tronada.

Se miraron en silencio. Las manos de él comenzaron a crear dibujos en su cara. Cada uno de los dedos de sus manos se convirtieron en pinceles que iban creando imágenes de deseo en su rostro. El silencio dió paso a los jadeos. La respiración se volvió entrecortada. Sus manos no abandonaban sus párpados, sus dedos se perdían en su pelo, sus labios, su sien...unos pasos desconocidos les llevaron frente a la pared. En una caótica décima de segundo se convirtieron en un solo deseo...

El olor a tierra mojada de la tormenta le despertó. Descubrió su cara frente a los tobillos de ella. Contempló su desnudez...

- Al despertar, es cuando más me gusta hacer el amor -dijo ella con los ojos cerrados.

Pd. Los 77 segundos están aquí...

http://estarlocosoloporloco.blogspot.com/2010/05/hoy-hablan-por-mi.html





9 comentarios:

  1. "se besaron sin ni siquiera tocar sus labios"

    INCREIBLE, no me ha podido gustar más.

    Es una gran sensación verdad? :)
    Un beso

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  2. Sentir un beso sin que tus labios se rocen con los suyos es una de las sensaciones mas hermosas que se pueden sentir.

    Placer por placer.....una maravilla.....El problema es que el placer es adictivo....Y el sindrome de abstinencia es dificil de llevar....

    Prometeo....una vez mas escribes sobre cosas que yo he sentido......inconscientemente he vuelto a sentir placer.....Gracias

    PD. ¿Tienes el telefono de Abel?

    LACAB

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  3. Abel es tierno hasta en el placer por placer.

    Curioso.

    Siempre es bonito vivir experiencias así.

    Mua!

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  4. Bueno acá ando paseándome en tu letras, y como dice la canción hay besos que saben a beso.

    Un saludo desde Chilangolandia el Cem Anahuac

    Maité

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  5. BUA! Me encanta. No es un relato como los demás, los personajes son originales y la situación es original. ¡Yo quiero! jajaja

    Saludos! :D

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