Llegaron hasta la cama siguiendo una especie de danza lenta dirigida por la brisa que llegaba desde los edificios medievales. La oscuridad iluminaba los objetos y silenciaba los gestos. Se encontraron en un abrazo y se perdieron en un reptar de cuerpos que buscaban encarjarse. Su cuerpo delgado flotando sobre el suyo. Sus dedos comenzaron a tomar vida sobre su espalda, dibujando líneas con el roce de sus uñas desde sus hombros hasta el inicio de su culo. Caricias de ojos cerrados.
- Me gustan tus caricias
- No son mías estas caricias.
- ¿Qué dices?
Antes de contestar cambió palabras por besos en el cuello que fueron convirtiéndose en susurros...
- Hay muchos dedos acariciando tu cuerpo. Muchas bocas ofreciéndote placer.
- ¿De quienes son?
- De chicos y chicas que buscan sentirte en su imaginación. Son sus deseos los que guían mis besos y mis caricias. Esta noche se colarán en tu sueño para ofrecerte todo el placer del que sean capaces.
A la imagen siguió el silencio.
- Esta noche mostraré el camino a tu placer, muestra tu mejor sonrisa para soñar bonito.
Los cuerpos se alejaron hacia los extremos de la cama. Sólo la yema de los dedos se tocaban, suficiente para sentir deseo. Sus labios amanecieron vestidos de rojo berlinés.
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