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lunes, 3 de octubre de 2011

el dia que dejé de leer El País

El título de la entrada no es mío, lo tomo prestado de un poemario de Jorge Riechmann (El día que dejé de leer El País, 1997)

Dicho esto, el sábado decidí dejar de leer El País. Mi padre tuvo un quiosco, que yo heredé durante tres años, y eso me hizo crecer rodeado de prensa y comics. SuperLópez, El Botones Sacarino y Zipi y Zape eran lecturas habituales en mi infancia. Con la adolescencia y mi toma de conciencia comencé a leer prensa. Nunca me llamó la atención la prensa regional siempre con noticias de robos, políticos mirándose el ombligo y goles que no importaban mucho más allá del pueblo de cada uno. Leía todos, ventajas de tener un quiosco, pero El País se convirtió en referencia, sobre todo después de que Diario 16 desapareciera. También tuve algún flirteo con El Mundo y ABC, por su suplemento cultural, pero no me convencieron. Tanta investigación laberíntica-conspirativa y tanto costumbrismo no iba conmigo. Y así llegó el viernes en que nació El País de las Tentaciones, suplemento de los viernes, de no mucha calidad literaria-cinematográfica-músical, pero con un diseño gráfico más que gratificante para un chaval de provincias, residente lejano del veradero ruido.
Los fines de semana comenzaban con tentaciones, continuaban viajando a Babelia y acababan con la lectura tranquila del suplemento dominical.
Ideológicamente era lo más cercano que estaba de un diario, o mejor dicho, era del que menos lejos estaba. Con el paso de la adolescencia a la madurez abandoné El País de las Tentaciones convencido de su carácter comercial y sabedor de que el diseño gráfico no era lo único importante. El suplemento domincal se me atragantaba con el paso del tiempo. Los artículos comprometidos fueron cambiando por casas de lujo, moda a precios astronómicos y pocas ideas. Dejé que perdieran la partida dos firmas, Almudena Grandes y Javier Marías. La costumbre de comenzar a leer la prensa por el final hacía que el suplemento me interesara hasta la página menos cinco.
Pero quedaba el sábado. Quedaban los desayunos, las apariciones de amig@s del sábado por la mañana en el café donde siempre había alguien, quedaba Babelia y El viajero. Bien dicho, quedaba. Hace dos sábados me obligaron a comprar El País con un suplemento Superficial (S) que no me interesa nada, al  precio de 1.50. Un suplemento dedicado a firmas comeciales como YSL, Moschino, artículos referidos a la cosmética de la política (con una foto de mujer, claro) Todo muy chic, todo para un público que nada tiene que ver conmigo, y dicho sea de paso, con ninguna de mis amistades que sé que compran El País, es más, con casi nadie de mis antiguos clientes que me compraban El País los sábados (unos 75)
Pero no es todo, además, me "robaban" El viajero. El suplemento que ha servido de guía a mis viajes de fines de semana, con sus recomendaciones útiles y reales.
Conclusión. Me gasté treinta céntimos más, perdí El viajero, me obligaron a llevarme el suplemento-catálogo de moda de lujo y Babelia ya no es lo que era. Pero, sobre todo, lo que me lleva a dejar de leer El País, es que no lo reconozco, o soy yo el que no me reconozco. No me identífico. No soy tan guay. Le di una segunda oportunidad, pero no ha sido posible. Segundas partes nunca fueron buenas.

No me resisto a terminar esta entrada sin reproducir un poema de Riechmann.

VIEJO
Tengo 42 años y soy obrero del metal.
He perdido mi empleo.
Sé que nunca más encontraré trabajo.

JOVEN
Tengo 42 años y soy concejal de la oposición.
Acaba de empezar para mí
una brillante carrera profesional

Jorge Riechman, El día que dejé de leer El País, 1997

4 comentarios:

  1. estoy de acuerdo contigo, lo malo es que ahora no sé que leer, y lo que es peor, me gusta leer.

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  2. Hoy no me he resistido a llevar esta entrada a mi ventana, gracias por tu aportación,
    Un abrazo

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  3. Menalcas...me ocurre como a ti, no sé que leer, por ahora me alejo de la prensa y me quedo con rockdelux...

    Angel...paseé por tu blog y a partir de ahí comencé a leer a gente que escribie muy bien, gracias...

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  4. Vengo del blog de Ángel.
    Cualquiera que tenga a Riechmann de referente, es -seguro- alguien que vale la pena. Así que, aquí me tienes. Me quedo, Prometeo.

    Besos desde mi Mar Eterno,
    Amelia

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