Seguidores

miércoles, 30 de junio de 2010

Un día normal

Ha sido un día tan normal que ha sido espectacular. Es tan sencillo dejarse llevar y disfrutar de las cosas buenas que aparecen en su normalidad. Tan fácil disfrutar de estar tumbados y hablar mientras nos tocamos el pelo. Música, risas, caras, gestos, sueños, planes irreales, ladridos, una piscina tranquila, un café, cerezas, melocotones, helado de chocolate blanco...
Desde que salté de la cama me quedé en el aire, tal y como estoy en la foto. Prometo bajar para dormir, pero ahora me apetece quedarme un ratito más ahí arriba, recordando mi día y sonriendo.
Espero que tod@s los que paseais por este blog hayais tenido un día tan normal como ha sido el mío.
Pd. Hoy toca un temita divertido, de buen rollo, para moverse, fumar maría y tomar un mojito. El primero que salió, nada de buscar el tema perfecto.

martes, 29 de junio de 2010

Disfrutando "aunque tú no lo sepas"

Pd. Ya sé que lo normal es situar la posdata al final del texto, pero esta vez me atrevo a colocarla en el principio para recomendar oir la canción en el reproductor de la columna de la derecha para ambientar la lectura de esta entrada.

Aunque tú no lo sepas
he inventado tu nombre...estuve años imaginando nombres de mujer hasta que apareciste

Me drogué con promesas
y he dormido en los coches...nunca me creo las promesas, es más no las quiero, no las necesito, pero haberte soñado en mi coche, sintiendo el miedo de estar en un lugar desconocido y al mismo tiempo la emoción de haberte vivido hacia que no quisiera ver el sol nunca más.

Aunque tú no lo entiendas
nunca escribo el remite en el sobre
por no dejar mis huellas...lo importante no soy yo, no es mi nombre, lo importante está en las palabras que encierra el sobre, que se leen en un minuto, se destruyen en un segundo y permanecen sin que podamos controlar el tiempo de su estancia en nuestro interior.

Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda...levantarme sólo en mi cama es un momento especial porque es cuando juego con tu espalda, que son mis sabanas, cuando mi dedo dibuja ilusiones, cuando siento como tiemblas igual que lo hace mi mano al crear caminos infinitos en tu piel.

Y mi cama se queja
fría cuando te marchas...esa no es mi cama. Mi cama no se queja porque vivió el instante contigo, y ese instante fue como el primer beso, que aunque torpe, no se olvida

He blindado mi puerta
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya nunca estabas...Me empeñó en llevar la contraria al poeta. Jamás blindaría una puerta. Con el tiempo he aprendido que se puede estar sin estar, que las palabras siempre y nunca no son reales, que buscar la cuadratura del círculo es perderse en un bucle sin sentido porque lo genial es seguir una línea que sea cualquier cosa menos recta, finita y conocida.

Y aunque tú no lo sepas
nos decíamos tanto
con las manos tan llenas
cada día más flacos...Sus manos, su forma de coger mis manos. No hacía falta nada más para sentirnos vivos. Mirarnos encajando nuestros ojos en los párpados, tocar nuestras manos, morder nuestros labios. El momento sublime era cuando estos tres gestos, manos, mirada, labios se unían en un segundo de vértigo que nos sacaba de este universo. Y ayer me dijo mi madre: ¡qué flaco te estas quedando!

Inventamos mareas,
tripulábamos barcos...caminamos sin mirar por dónde íbamos, sólo caminábamos, y cada calle era un descubrimiento, un país nuevo, donde dejarse arrastrar por sus habitantes. A veces fuimos gigantes, otras veces enanos, una vez fuiste la cenicienta, en la calle siguiente la bruja del cuento, una vez fui el ogro, mil veces fui el dragón enjaulado.

Encendía con besos
el mar de tus labios...La arquitectura del beso será nuestro secreto. Besos quemados, besos mordidos, besos torpes, besos pedidos, besos robados, besos sangrantes, besos húmedos, besos que nacen del estómago.

Y toda tu escalera...Mi verso favorito de la canción/poema. El último verso, en el que el poeta me gana haciéndome entender que quizá no entendí nada. Me gusta creer que "toda tu escalera" es esa escalera infinita que nos enseñaban en clase de Filosofía, en la que podríamos estar toda la vida sumando escalones de subida y bajada. Por eso me gusta creer que esa escalera son los puntos suspensivos que pone el poeta, porque el amor, el deseo, la rabia, el dolor, la risa, el recuerdo... no caben en un poema.

Porque "aunque tú no lo sepas" eres infinita...


lunes, 28 de junio de 2010

Echando de menos el mar...

Vivo en tierra de secano. Olivos, viñedos, cereal. Si me monto en mi coche y busco el mar tardaría al menos dos horas en llegar. Sin embargo, nunca he hechado de menos el mar y puedo asegurar que es de las cosas que más me gusta. Tanto me gusta el mar que el año pasado me di un baño en la Bretaña francesa, en pleno Atlántico. No sé cual era la temperatura del agua. En mi grupo de amig@s tenemos la frase hecha cuando nos bañamos en un mar muy frío: "Dejé de tener pene para tener clitoris". Pues bien, después de aquel baño a la francesa estuve tres días sin saber cual era mi sexo.


Ahora sí hecho de menos el mar. Hoy, un día tan caluroso en esta ciudad que comienza a dejar de ser de los árboles y los pájaros que cantan cuando sale el sol para empezar a ser del asfalto y del cemento, siento necesidad de mar. Siento ganas de disfrutar del mar de primera hora y de las olas tranquilas del atardecer. Recuerdo el mar de un azul transparentemente tranquilo de Menorca, las calas de Ibiza que tienen ese azul eléctrico que te deja pintado de rebeldía para varias semanas, el Mediterráneo de la costa de Málaga que invita a la cervecita, las olas de Zahara de los Atunes que te hace volver a los ocho años dejándote revolcar por olas hasta aparecer hundido en la arena cabeza abajo, la calita de Punta Paloma (Tarifa) donde hay que atravesar dunas para darte un baño y hacer el amor, la Barrosa (Chiclana) para correr por sus kilómetros de arena dándote un baño de vez en cuando antes de seguir con la carrera, Caños de Meca que es la playa con sabor a mojito y a maría, las gambitas a la plancha de Isla Canela, las calas de olas cabreadas de Zambujeira do mar, el salto al entrar de Comporta (Portugal), la inmensidad del agua fría en Fonte da Teja, cerquita de Lisboa, donde llenar el cielo con comentas, dejar libre a los animales, correr, hacer el amor, nadar, sentir la piel fresquita después de salir de un agua congelada, las airadas playas de Lanzarote donde subir a una tabla sin parar de caerte, la vanguardia del mar en Cadaqués...


En fin, que hoy hecho de menos del mar, algo que me pasa desde hace muy poco. Ahora que lo pienso, no sé si hecho de menos el mar o el mar contigo. De todas formas, me conformaré con el agua clorada de la piscina y jugar con las hormigas del cesped que acuden a por los restos de mi helado de chocolate.

domingo, 27 de junio de 2010

Una noche en urgencias

Ayer pasé horas en un hospital acompañando a mi madre (Ya está bien).

Tantas horas en una sala de espera me hizo darme cuenta de los impersonales que pueden llegar a ser los hospitales. Pasé horas en una sala cuadrada, sentado en unos incómodos asientos de plástico que han tenido la mala suerte de ir a parar allí en lugar de una estación de tren, rodeado de carteles que recordaban que tengo que estar en silencio y que tengo que lavarmes las manos porque con ese pequeño gesto puedo salvar vidas.

De vez en cuando llegaban personas y me acompañaban en silencio, tras un educado buenas tardes, en la espera. Cuando estas personas se iban aquello se quedaba desierto, de hecho, parecía mentira que treinta segundos antes hubiera estado allí sentada a mi lado una persona. Todo se quedaba vacío, incluso yo me quedaba vacío y parecía que estuviera condenado a pasar en aquella sala de espera toda una vida bajo la luz horriblemente blanca. ¿Por qué son tan brillantes las luces en los hospitales?

Al llegar la noche todo se quedo mucho más tranquilo, como si la ciudad se hubiera dado cuenta que el último sábado de feria no es para pasarlo en urgencias.

A la una de la madrugada ya luchaba por mantener los ojos abiertos por si llegaban nuevas noticias de mi madre. No sé por qué pero me daba como vergüenza quedarme dormido allí, sé que es un sentimiento estúpido, pero es el que fue.

Poco antes de la una y media apareció una señora de unos cincuenta años acompañando a una señora moribunda en una camilla. Mi reacción al ver a aquella mujer en la camilla, con los ojos cerrados y cara huesuda fue volver a otro lado la cara. Sentí que la mujer que la acompañaba se había dado cuenta y me sentí mal, pero reconozco que fue como ver a una persona muerta. La señora que ahora se sentaba a mi lado era la hija de la mujer moribunda. No me dio las buenas noches cuando yo se las dí, pero entendí que se pudiera sentir enfadada conmigo por el gesto que había tenido.
- Es mi madre (me dijo)
- Yo también he venido con mi madre
No volvimos a hablar más en la siguiente media hora. Cuando se llevaron a su madre para hacerle pruebas nos quedamos los dos solos en la sala de espera.
- ¿Te da miedo la muerte? (Me preguntó, rompiendo el silencio)
- No me da miedo morir, me da miedo sufrir. ¿Qué le pasa a su madre?
- A mi madre lo que le pasa es que tiene demasiadas ganas de vivir. No le queda mucho, pero no quiere regalarle un minuto a la muerte, como dice ella.
- Perdón por haber girado así la cabeza cuando vi llegar a su madre en la camilla.
- No se preocupe, usted es joven y ver a mi madre puede asustar.

A las dos y media nos dijeron que podiamos entrar a la sala de observación donde mi madre dormía en un sillón y su madre seguía con los ojos cerrados y agarrando con fuerza las sábanas con unos dedos huesudos que desprendían una fuerza que no parecía de este mundo.
Al final, el sueño nos venció a los cuatro.
A las seis llegó una enfermera y nos ofreció agua y zumos. Yo, siguiendo con mi estupidez y mi negación a todo lo que tenga que ver con un hospital, rechacé amablemente el ofrecimiento.
- A mi me ocurría lo mismo al principio (dijo la señora, dedicándome una sonrisa)
De repente, un susurro lleno de vida llenó la habitación.
- ¿A mi no me da nada para beber señorita?
Su madre se había despertado y tenía apetito.
- Que cabezona eres madre. Has vuelto a ganar.
- A mi no me coge la bicha aunque tenga que venir cien veces al hospital.
Antes de irme, me despedí de la hija y de la madre. Agarré aquella mano dura y dulce a la vez, senti los huesos de sus dedos, pero sobre todo sentí sus ojos clavados en mí. Nunca vi unos ojos con tantas ganas de vivir.
- ¿Estás casado hijo?
- Si
- Vaya, esta hija mía solo conoce a hombres ya casados, al final llega la bicha y no la caso. No consigo que encuentre varon ni siquiera en el hospital. Cuida de tu madre.
- La cuidaré.
Al salir, y aún sabiendo que mi madre me iba a echar la bronca, arranqué unas flores del parque de la entrada y se las llevé.
- Esto está muy blanco, al menos un poquito de color señora.
- Gracias.
- Gracias a usted por aparecer.

sábado, 26 de junio de 2010

¡Graciass!

Gracias a mi mujer por regalarme un buen deseo antes de arrancar en el coche
a mi hermano por estar aunque sea mirándome desde el otro lado de la puerta.
a mi hermano por pegarme su ilusión siempre.
a ti por estar de una manera imperfecta y loca.
a Concha (Nalda) por dejar esas gotitas de arte a mi alrededor.
a Ismael por sus nervios y por buscarme para calmarlos, haciendo que los míos estén alerta.
a Marco por intentar no parecer cumplidor y buscar frases originales
a la bruja por mandarme a estudiar la noche antes del examen
a Montse que es una agenda humana a la que no se le olvida una fecha importante para un amigo
a Raquel por seguir sorprendiéndome en su forma estudiada de ver la vida
a Carlos, mi amigo abogado, que tiene esa forma tan de abogado de desear suerte. "Suerte", ese fue su mensaje.
A Maripili que me deseaba suerte mientras me contaba como debería ser la continuación de lo que empezó hace una semana. (Ahora si que me da miedo. Como puede caber tanta imaginación en una cabeza)
A Cristina que me dejo buenos deseos por aquí.
A Edorta que me deseo lo mejor en vasco. No me pidáis que recuerde lo que me dijo, sólo recuerdo su cara de buen rollo mientras me lo decía.
A la perra que me dejó su casa y compartimos un pez espada para la cena.
A paca (que también se llama Paco en la vida oficial) que me cantó "Liberate" de "El titi" antes de irme a dormir. http://www.youtube.com/watch?v=yyGC1pJcE1o
Voy a cerrar la lista porque podría estar escribiendo hasta el domingo. En realidad, lo que más me ha dejado alucinado de esta oposición es la cantidad de gente que se acuerda de uno. No sé si aprobaré pero esta oposición ya me ha dejado algo genial.
Pero antes de acabar, tengo que citar a dos personas especiales. Dos personas que sufren conmigo, con mis sueños, con mis ideas, con mis deseos, pero que siempre tienen una sonrisa para mí, una palabra de apoyo, un abrazo de amor. Son ellos, claro. Mi madre y mi padre, dos personas espectaculares por los que daría todo por aprobar esta oposición y hacer que fueran felices y estuvieran tranquilos con mi futuro, algo que nunca han podido decir.
Pd. ¿El examen? Estuve 4 horas escribiendo sin levantar la cabeza. ¿Eso es bueno? Ya lo veremos. Ahora a por la parte oral.

miércoles, 23 de junio de 2010

Una simple canción.

¡Qué poder tiene la música!
Desde niño me dejé seducir por ella. Estaba todo el día intentando colarme en la habitación de mi hermano mayor para poner su magnífico tocadiscos. Aquel tocadiscos era su tesoro, no permitía que enredaran con él o con sus discos, pero yo aprendí a ser cuidadoso. Y ahí estaba, con 5, 6, 7 años, escuchando a Roxy Music, Velvet Underground, Serrat, La Orquesta Mondragón, y al tío más triste que he oído en mi vida, Silvio Rodríguez, un ídolo por entonces para mi hermano. Reconozco que sentí ganas de encerrar al unicornio de Silvio Rodríguez para que no volviera a sonar nunca más, pero nunca me atreví no fuera a ser que me clavara el cuerno.
El primer disco que me compré con mis ahorros fue de "La Guardia". Me gustaba el puntito rock que tenía. No dudaba en coger mi raqueta, subirme a la cama y empezar a dar conciertos al ritmo de "Mil calles llevan hacia ti" o "Nacional II".
Desde ese momento he pasado por diferentes fases. Recuerdo que estuve un año entero diciendo a mis amig@s que cuando fuera mayor quería cantar como Rafa de "La Unión". Me fascinaba su "Lobo hombre París" y siempre quise perderme en "Sildavia", nombre que siempre he pensado le sentaría genial a mi hija, si es que alguna vez soy padre de una niña.
Y un buen día de junio llegó la aparición. Me empeñé en que mi otro hermano me llevara a un concierto de un grupo que se llamaba "Héroes del Silencio". ¡Ufff! Aquel día ha marcado parte importante de mi vida, porque desde aquel día les convertí en mi grupo. Me gustaban otros claro (U2, Depeche Mode, Mano Negra, Rem, Radio Futura, El último de la fila, Siniestro Total, etc.) pero Héroes eran Héroes. Así que no podía ser de otra manera, en el momento en que cambié el tocadisco por un reproductor de Cds me compré el primer disco de Héroes. Por entonces, si comprabas el cd te regalaban un par de canciones. Llegué a volver loca a mi madre con "Flor venenosa", "Mar adentro" "No más lágrimas".
Después llego la época del instituto (si lo reconozco me compré el primer cd de OBK, pero es que se ligaba un montón con aquellas baladas) En algún momento decidí que lo que más me gustaría sería ir a ver conciertos. No me gustan los coches, ni las casas en la playa o la montaña, ni las grandes motos, no. Lo que más me gusta es ir de concierto, y si hay que moverse de ciudad mejor.
Mi primer concierto multitudinario fue "Dire Straits", en Cáceres, 1992. Realmente, no son mis favoritos, de hecho ahora hace años que sus cds cogen polvo en un olvidado mueble para cds. Pero a partir de ahí la cosa mejoró: Depeche Mode (dónde estará aquella chica que me besó y me regaló una pulsera) Guns & Roses, Michael Jackson, Pink Floyd, U2 (que dos noches en el Calderón) Héroes del Silencio (Sevilla, que día tan genial e inesperado, de esos que te cambian la vida), Sabina en las ventas, y el último Muse (que forma de gritar palabras).
Luego me entró la vena festivalera (Contempopranea, Sonorama, Zambujeira do Mar...) en la que sigo teniendo una deuda pendiente con Benicassim, aunque creo que no la cobraré nunca porque su cartel cada vez me llama menos.
También me puse fino durante una época, en la que la economía no era problema, y viajaba a ver a grupos que me gusta por teatros, sobre todo a Madrid. (Nacho Vegas en la Joy Eslava no se me olvidará en la vida, porque llorar en los conciertos está de puta madre)
Pero, ahora que llevo un rato escribiendo, me doy cuenta que todo viene por una canción que me regalaron hoy. Es un día caluroso, lleno de nervios, porque estoy a las puertas de una oposición que puede cambiar mi vida o me puede poner a los pies de los caballos, un día aburrido donde los folios, las obras de arte, los comentarios de geografía me miran y se ríen de mí, y sin embargo, escucho la canción que me regalaron y se me olvida todo, se van los nervios, siento que puedo aprobar y me siento afortunado por seguir sintiendo la música.
Y lo mejor, la canción apareció de un modo inesperado, quizá por eso consiguió descolocarme de una forma aún más profunda, porqué como cuando entraba en la habitación de mi hermano a escondidas, sigo manteniendo la capacidad de ser sorprendido por algo tan pequeño como una canción, y eso me hace sentirme muy bien hoy.

martes, 22 de junio de 2010

"Te quiero", no gracias.

Hoy me apetece decir "te quiero" a un montón de gente, sin embargo, la expresión "te quiero" nunca me pareció una expresión de amor si no iba acompañada de otras palabras que la suavizaran. Quizá porqué "te quiero" me suena a posesión, a un toque de egoísmo, porque en realidad cada vez que me dicen "te quiero", a secas, comienzo a sentir una opresión en el pecho. Cuando llegamos al punto en que sólo podemos decir "te quiero" es mejor cambiar de aires.

Por eso hoy me gustaría decir a un montón de gente:

Te quiero feliz

Te quiero deseada

Te quiero sin pensar

Te quiero en la imperfección del amor

Te quiero por ser cómplice en la brujería.

Te quiero en tu estado natural

Te quiero cómoda en tu trabajo

Te quiero porque me haces reir

Te quiero porque me llamaste para saber como estaba

Te quiero profesor

Te quiero recuperada de tu enfermedad

He decidido que no volveré a decir "te quiero" a secas. Por eso, para que sepais lo que os quiero os diré "os odio". Esta canción es la mejor manera que se me ocurre para decir que estoy contento. Puede parecer contradictorio, pero si consiguiera la mitad de lo que se cuenta en la canción tendría motivos suficiente para salir corriendo a la calle y comenzar a dar besos y abrazos.

Pd. Cada vez que veo este video siento muchas ganas de besar a Santi Balmes ¡Si maripili me oyera!



lunes, 21 de junio de 2010

Sensación

Tengo los ojos cerrados.
Mis brazos muy pegados al cuerpo.
Todos mis músculos están en tensión.
Sólo sé que tengo que saltar, sin saber que me espera al final de la caída.
Siento el inevitable nudo de nervios en mi estómago que ya no trato de calmar.
Trago saliba y paso mi lengua por los labios para después morder levemente mi labio inferior.
A veces siento un viento en mi rostro aunque ya no sé si es real o inventado, como lo son los animales que rozan mis pies y trepan por mis piernas para perderse en la inmensidad de mi espalda.
Distingo la noche del día porque mi piel deja de quemar y mis párpados se sienten más frescos.
Tengo sed. Puedo oir como cruje mi garganta agrietándose, ansiosa por unas gotas de liquido que ya no puedo ofrecerle.
En mi mente se suceden imágenes de forma vertiginosa que casi llegar a marearme, pero que también me ayudan a mantenerme despierto. A veces, las imágenes se detienen y aparecen momentos de forma caprichosa provocando lágrimas que no salen al exterior sino que las siento como gotean dentro de mi pecho.
Tengo miedo. Sólo espero que nadie me empuje obligándome a saltar.
Voy a hacerlo. Sólo espero una señal para intentar que el final sea agradable. Una intuición que me indique cuál es el mejor momento...
Las imagenes se han hecho más lentas en mi cabeza. Me veo caminando por una playa. Estoy al lado de las olas pero no puedo oirlas. Escuho rumores lejanos. Sin embargo, hay un momento en los días de playa en que se deja de escuchar a las personas, aunque sigan ahí y haciendo las mismas cosas que un segundo antes, para empezar a sentir el sonido de las olas. ¡Es la señal! La señal es la voz de un mar tranquilo, la voz del Mediterráneo.
Ahora siento una lágrima en mi cara.
Ahora salto con una sonrisa.
Me entrego al precipicio.

domingo, 20 de junio de 2010

La llamaban Carrie

No iba a salir hasta que una voz dijo la expresión "voy a hacerme unas cervezas" y me entraron unas ganas increibles de tirarme a la calle en cuanto llegara la medianoche.
Estamos de feria en mi ciudad y eso hace que las calles del casco antiguo se llene de gente heterogénea de toda clase, edad, condición, sexualidad, corte de pelo, hay sitio para personas cortefiel, bershka, zara, desigual, amantes de las sevillanas, gafapastas que no nos quitamos las gafas de sol aunque sea la una de la mañana, y todo lo que os podais imaginar.
Pero entre todas las personas ayer me tocó intimar con Maripili. Maripili es exclusiva siempre. Pantalón blanco, camisa escotada blanca, pecho depilado, sandalias marrones, maquillaje en la cara, perfume de Gaultier, copazo en la mano y piel en ese estado entre roja y morena de los primeros días de playa.
Nada más verla no pude evitar fijarme en su pantalón, más concretamente en lo que escondía tras unos botoncitos color plata. Nos saludamos efusivamente como hacemos siempre.
- Hola marido, guapo, que me han dicho que has salido solo esta noche.
- No he salido solo, he venido a buscarte Maripili.
- No me llames Maripili ¡maricón!
- Te llamo como quiero bombón. Es tu día de suerte, te invito a un mojito.
- Te equivocas cielo, me he cambiado a la caipirinha. Ya todo el mundo bebe mojitos, es vulgar, pídeme una caipirinha y me la traes aquí.
- ¿Por qué cada día te pareces más a Carrie de Sexo en Nueva York?
- ¿Sí? ¿Tú crees?
- Ay madre, para que te habré dicho nada.
Cuando me iba para entrar en un local abarrotado de gente en busca de su exclusiva caipirinha y mi mojito vulgar le oía gritarle a una amiga:
- ¡Marido me ha dicho que me parezco a Carrie! Me tenía que haber puesto tacones
Regresé aburrido de tener que aguantar a gente que intenta colarse para pedir una copa (me cansa la gente que compite hasta por pedir una copa)
- Tu caipirinha. He pasado mi lengua por el borde para que sientas mis besos Maripili.
- ¡Qué malo eres! ¡Qué morbo me das cabrón! ¿Cuando lo vas a dejar con tu mujer y te vas a decidir de una vez a tomar este cuerpo?
- Nunca hago planes querida.
Volví a quedarme pasmado al fijarme en su vaquero. Cómo es posible que pueda ir tan ajustada, yo creo que a mi me dolería si fuera así.
- Maripili no puedo evitar fijarme en tus huevos.
- No le hables así a Carrie, testículos por favor, que tú tienes mucho arte. No seas vulgar.
- Me dan ganas de hacerte excitar para ver si puedes aguantar mucho tiempo sin desabrochar ese vaquero.
Nos miramos a los ojos, nos reimos como dos mafiosos. Sin embargo, en una décima de segundo, su voz cambió de festiva a voz de abogado y me dijo:
- Como hagas algo para excitarme te mato.
- La culpa es tuya por provocarme.
- Pero tú no estas casado y eres un hetero con mayúsculas. Qué ascos me dais los ambigüos, ten cuidado con mis deseos.
- Lo siento, la has cagado.
Comencé a hablarle muy cerca del cuello.
- ¿Cómo saben mis besos a través del cristal de la copa?
- Cállate.
- No me callo. ¿Es real todo lo que deja sentir ese jeans blanco que te has marcado esta noche?
- Eres un cabrón, tenías que convertirte a la homosexualidad ya, total la mitad de la gente ya piensa que eres gay.
- Se te está inflamando la vena del cuello. Ese es el primer paso hacia... ¿Por qué te das la vuelta contra la pared?
- Has ganado perra.
- ¿No jodas? Pero si no ha pasado un minuto.
Desapareció muy deprisa y entró en el local. A los quince minutos volvió. Me traía un nuevo mojito y otra caipirinha
- ¿Notas algo ahora tras las botoncitos plateados? - me dijo desafiante.
Miré su vaquero y todo estaba más relajado. Le interrogué con mi mejor sonrisa y mi mirada más canalla.
- Te debo un orgasmo.
Pd. Maripili se llama Paco y lo adoro.

sábado, 19 de junio de 2010

Jugando a ser feliz

La felicidad es una mesa de bar, dos personas, cuatro cervezas, una bolsa de patatas, unas manos que se mueren por agarrarse, unos labios que se tuercen por no besar, pequeños besos, sonrisas de deseo, miradas que dicen lo que las palabras no se atreven, un susto en el baño, dos minutos de besos y jadeos, caricias, subir escaleras a toda velocidad, una mano perdida por debajo de la mesa, besos en el asiento de atrás de un coche, palabras que por fin son comprendidas, canciones que hacen botar en la cama, una recepcionista simpática, no saber dónde estoy ni a dónde tengo que ir, ver mi destino al fondo y no elegir la línea recta para llegar, perderme entre árboles de colores intensos, una pareja de ancianos sonrientes, mojarse los pies en el mar, sentir el aire en la cara, ver como el tiempo pasa rápido en los putos relojes...
cerrar los ojos y volver a sentir nuestro abrazo...
Pd. No se si a quien lea esto le ocurrirá como a mí, pero leer esto en voz cada vez más alta me hace sentir un subidón de adrenalina que me hace acabar en un grito que consigue hacerme sentir muy feliz.

viernes, 18 de junio de 2010

Saramago

"FALLECE JOSÉ SARAMAGO"
Así, a bocajarro, como el sonido del primer tranvía en una calle de Lisboa. Los titulares periodísticos pueden ser muy cabrones. Y este lo es por lo que significa. Sé que no morirá, que sigue vivo en sus libros, en sus opiniones, en sus artículos, pero me da rabia y pena.
A mi me ganó con "Ensayo sobre la ceguera". El comienzo de ese libro me parece irrepetible. La sensación de claustrofobia que sentí mientras lo leía en un cuarto de estudiante fue muy estresante. Además fue mi estreno lector en lengua portuguesa.
Después de "Ensayo sobre la ceguera" no volví a sentir la misma pasión con sus libros, de hecho, alguno casi se convierte en el primer libro que habría dejado inacabado en mi vida (El evangelio según Jesucristo) Ser ateo, como él lo era, no ayudaba a entender su provocación. Leí su teatro, su poesía, su narrativa, tan empeñada en demostrar que Jesucristo fue el primer comunista (es mi opinión)
Sin embargo, mi admiración viene de una conferencia a la que asistí en Cáceres. Era mi época universitaria y Saramago ya era premio Nóbel, todo un lujo para mis oidos. Sin embargo, aquel premio Nóbel no divagó sobre literatura o historia, sino que se perdió durante el discurso para hablar de la felicidad, de lo sencillo que es alcanzarla, de buscar la felicidad en un café, en una puesta de sol, en un poemita. Dijo una frase que no se me olvidará en la vida:
No somos felices porque estamos todo el rato empeñados en buscar como serlo. Cuanto menos pensemos en la felicidad más cerca estaremos de ella.
A mi me ganó aquella frase. Y hoy, que ha muerto, le rendíré homenaje no pensando en su muerte, sino releyendo unas páginas suyas. En realidad, lo que quiero es decirle Gracias. Gracias por tus obras, por tu conferencia, por tu forma de hablar, por los ratos de conversación que diste en nuestras cañas.
En la página 212 de su obra "Ensaio sobre a cegueira" en la edición portuguesa escribía así Saramago:
" No fim das contas o que está claro é que todas as vidas se acabam antes de tempo"

jueves, 17 de junio de 2010

El dado

No era un día especialmente soleado para pasar la tarde en la playa, pero en la orilla del mar se estaba mejor que entre las cuatro paredes del salón de casa. Además, a su hijo le apetecía estrenar su nuevo bañador que se había comprado con tanta ilusión en los chinos (no hay nada que bob esponja, un gormiti, un personaje de código lyoko, spiderman o hello kitty no consigan si los sabes colocar en el escaparate de una tienda)
Mientras la madre conducía camino de la playa se fijó en que su hijo jugaba con un dado azul. Veía como lo manoseaba, como lo lanzaba al aire, como lo guardaba en el bolsillo de su bañador nuevo y lo volvía a sacar. ¿De dónde habrá sacado ese dado azul?
- Está el agua muy fría, no te vayas a meter, como mucho hasta las rodillas.
- No, hemos venido a estrenar el bañador, voy a meterme.
La madre no quería que su hijo se bañara porque eso significaba que ella también debería meterse y no soporta el agua fría.
- Está bien, te metes, estrenas tu bañador, mojas a todos los personajes que vienen dibujados en él y nos salimos.
- Vale.
El niño cogió carrerilla para meterse en el mar, momento en que a la madre le salió una sonrisa espontánea en su cara, sonrisa que se transformó en carcajada cuando vio como su hijo frenaba su veloz carrera en cuanto sus pies se mezclaron con la primera ola.
- ¡Está fría mamá! Otro día estrenamos el bañador ¿vale? Además si no hace sol no vale estrenar el bañador en la playa. ¿Dónde se ha visto una playa sin sol mamá?
Así son los niños. Ante esto sólo le quedó a su madre poner cara de alucinada y pensar que su hijo iba a ser realmente tan inteligente como alguna vez le había comentado su maestro. Inteligente e imaginativo, decía siempre el maestro.
La madre recordó en ese momento que su hijo sólo había cogido el dado azul para jugar. Eso le hizo pensar que o bien la tarde de playa iba a ser corta, porque regresarían en cuanto su hijo se aburriera y se pusiera pesado, o muy larga porque ella querría quedarse y su hijo no pararía hasta hacerla montar en el coche de vuelta a casa.
Sin embargo, reinó la tranquilidad. Ella sacó su mp3 y empezó a escuchar música, sintiendo la brisa del mar y disfrutando de los rayos del sol que se hacían hueco entre las nubes. Casi se olvidó incluso de que estaba con su hijo. Al recordarle, lo miró y observó como tiraba el dado una y otra vez a un agujero que había hecho en la arena. Estaba sorprendentemente callado lanzando el dado. Sin embargo, en la cara del niño se estaba empezando a formar una expresión extraña.
- Mamá ¿por qué siempre que tiro el dado saco uno? En el colegio me han dicho que para ganar hay que sacar seis, y yo no paso del uno. ¿Qué hago mal? ¿Cómo se tiene que tirar el dado para que salga seis?
- Como lo estás haciendo, no estás haciendo nada mal, a los dados se juega así, se lanza y se espera a ver que toca.
Su hijo pareció convencido. Ella regresó a su música y a las miradas a su hijo. Él siguió lanzando el dado, apretando incluso la lengua entre los dientes buscando el seis.
- ¡Mamá! - Esta vez si que asustó a su madre
- ¿Qué?
- Sólo saco unos. Soy un fracasado. - La expresión fracasado en la boca de su hijo de pocos años le hizo mucha gracia a la madre.
- ¿Soy un fracasado porque solo saco unos?
- Claro que no. Además el uno es un número tan chulo como el seis.
- Si claro. - Esta vez no había conseguido convencer a su hijo.
- Tú has seguido buscando el seis ¿no?
- Si, pero no me sale, solo saco uno.
- ¿Sabes por qué no has fracasado?
- ¿Por qué?
- Porque sólo habrías fracasado si te hubieras parado a mirar el dado. Si hubieras dudado de que el dado está bien hecho y tiene todos sus números, que no todas las caras son iguales. Mientras no te preocupe si el dado está bien o mal y sigas intentándolo no habrás fracasado. Fracasa el que se queda quieto y deja de confiar en el azar para quedarse tranquilo porque es capaz de responder a unas pocas preguntas. Mientras seas capaz de dejarte sorprender por el azar no habrás fracasado.
- ¿Qué? ¿Qué te pasa mamá? ¿Que es el azar? ¿Que le tengo que preguntar al dado para no fracasar?
Entre risas dijo la madre:
- Es verdad. Vaya rollo te he metido hijo. Pero prométeme una cosa.
- ¿Qué?
- Nunca dejes que te quiten la posibilidad de que el azar juegue contigo.
- Lo prometo.
El niño no sabía lo que había prometido, pero sabía que cuando su madre le hablaba así, con una mezcla de seriedad y tristeza, tenía que hacerle caso y después darle un beso y un abrazo.
Hoy, tengo treinta y cuatro años. El azar ha entrado en mi vida como lo hace el aire en mi habitación una noche de septiembre. Aún recuerdo ese día con mi madre en la playa. Recuerdo su cara, el beso, el abrazo y la promesa de no hacer preguntas. No me va bien ni mal, pero al menos se que todavía puedo ser una bolsa de plástico elevada por el aire, un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, a una hora cualquiera, y soñar.
Esa noche, antes de ir a dormir, saqué muchas veces el seis, el cinco, el cuatro, el tres, el dos, el uno. Esa noche me quedé dormido apretando el dado con una mano y agarrando la mano de mi madre que se había quedado a dormir conmigo.

Anónimo "Culpabilidad"


¡No se puede decir mejor!

¡Quiero ese código de felicidad! ¡Pásalo! Cada vez que dejes una gota de ese código a tu alrededor harás feliz a la gente.

¡Viva los minutos que se resisten a morir en el segundo 59¡

¡Viva las horas que sirven para tener cara de bobo días¡

¡Viva los momentos que nos hacen felices!


domingo, 13 de junio de 2010

Canciones para un viaje nocturno por carreteras lunares

Me he planteado hacer algo que se me da fatal. Elegir trece canciones para un viaje. Elegir, que verbo tan despiadado. Elegir significa dejar de lado, y eso implica perder. Prefiero el verbo compartir, pero bueno regreso a las canciones que me pierdo muy fácilmente en extravagancias discursivas.
1. Habanera, de la ópera Carmen, de Bizet. Esta canción tiene un ritmo que me fascina. Siempre que la oigo me siento como un pajaro que va dando saltitos hasta la miga de pan que alguien dejó caer en el suelo. Además, ir de noche por la carretera, en la oscuridad y escuchar esa voz creo que debe ser fascinante. Igual, hasta aparece la misma Carmen en la luna del coche.
2. Song 2. Blur. Por puro azar aparece aquí esta canción. Es probable que hiciera años que no la escuchaba, es lo que tiene usar el portátil para oir música, que me olvido de mis viejos cds. Durante una época muy divertida de mi vida esta canción fue un continuo subidón, choques con amigos, cubatas derramados mientras nos descojonábamos y risas. Esta la usaré para esos momentos en que sienta necesidad de cerrar los ojos. Moveré tanto el culo con ella que me servirá para recolocar los huesos.
3. Enganchado a ti (en vivo). Que sí, que ya lo sé, que soy un pesado con Bunbury, pero que queréis, me resulta inevitable sacarlo de una lista de canciones. Enganchado a ti me gusta porque es pasional, canalla, se puede gritar, y si sale la luna en el retrovisor hasta me podré emocionar. Lo reconozco no sé disimular.
4. You shook me all night long. AC/DC. Alguién tendrá que encargarse de ir golpeándome durante el viaje para que no me quede dormido. Ya que voy solo pues eso, ac/dc me golpeará toda la noche, cada vez que a mi me de la gana ponerlos, eso si, con sus guitarras, su voz rota que nos hace pensar que todos podríamos haber hecho un grupo y cantar alguna vez en un estadio, los kilómetros se pasarán más rapido.
5. La cuadratura del círculo (en vivo). Vetusta Morla. Me fascinan las canciones que se quedan dentro de mí pero que nunca consigo entender que quiere decir. Esta es una de ellas. Otra para gritar en el coche, para creerme que en lugar de carretera frente a mí habrá un escenario y yo les cantaré a los bichitos de la noche, a los mosquitos que se estrellan contra mis faros, a los pájaros que se hacen los perezosos y siempre parece que los vamos a atropellar, a los habitantes de la noche, y si sale la niña de la curva a la altura de Alcalá, pues también cantaré para ella, y si quiere que la lleve a algún sitio pues que suba.
6. Te odio. (En vivo) Los seis días con Santi Balmes. Reconozco que estoy deseando saber como suena esta canción en la soledad de la noche, de la carretera, de mi coche. Me pregunto si me atreveré siquiera a ponerla, si la escucharé entera, cuál será mi reacción. Si suena el coche tendrá que hacerme un favor y conducirse el solo porque es muy probable que me quede bobo mirando la el cielo negro. Será esa canción que todo grupo elige en algún momento para que la gente se calme y se de cuenta de que, con un poco suerte, han ido con alguien especial, y se cojan la mano.
7. Anoche (el puñal y la memoria) Cristina Rosenvinge. Esta es un capricho. Me gusta la voz de esta mujer y llevarla un ratito a mi lado en forma de canción me da puntito. Esta me la regalo para acabar silvando. Además esas guitarras que parecen desperezarse más que sonar... mmm.
8. Let´s dance to Joy Division. The Wombats. Una cortita de buen rollo para acelerar después del amor y el sexo anterior. Ahora toca soltar el volante, irme al asiento de atras, botar directamente hacia adelante y chocar contra la luna, salir por la ventanilla hasta el techo y bailar.

9. Promesas que no valen nada (en vivo) Piratas. Esta canción creo que ha estado en todos los viajes que recuerdo. Es tan contradictoria que es como si dieras vueltas a un espejo durante cuatro minutos. En realidad son dos canciones porque el final de Promesas se enlaza con Insurrección, de El último de la fila, cantada casi toda por el público. Ese final siempre me pone los pelos de punta. Esta canción me enseñó que es mejor no prometer nunca nada a nadie.

10. Do you thing, babe. The right ons. Uno de los últimos descubrimientos que me tienen loco bajo el agua de la ducha. Como es en inglés y aún no la escuché mucho gritare acabando todas estrofas en ...you que eso siempre funciona. Ostias si voy solo y nadie me ve, pues entonces moveré los labios como me de la gana.

11. alguna de Pereza. ¡Qué indeciso soy joder! Pero es que no se si me va a apetecer que suene alguna canalla (princesas, todo, como lo tienes que tú, o que me maten en algún punto kilométrico con Amelie) Bueno va, cojo una canalla. Todo. No la escucharé después de la de Cristina Rosenvinge no vaya a ser que tenga que parar y todo de tanta sensualidad.

12. Algunas Plantas. Love of lesbian. No podían faltar, han sido mi grupo durante cinco meses y no podría dejarles fuera de este viaje. Esta canción es supercachonda, además, recordar como fueron capaces de hacer que mil personas se pusieran a sus órdenes y bailaran como locos mientras ellos se mezclaban con la gente disfrazados de amante guisante, me da ya un subidón de adrenalina que ni 13 red bull seguidos.

13. Aunque tú no lo sepas. Quique González. Otro capricho que me pego. Otra canción suya se titula "La luna debajo del brazo", pues bien, yo quiero cantar "Aunque tú no lo sepas" con la luna en el retrovisor. Sólo si la luna aparece en el retrovisor la cantaré, pero como eso ocurra seguro que acabo hasta llorando como un bebé. Este Quique sabe muy bien como llegar a todos los rincones, creo que hasta mis codos laten con esta canción.

sábado, 12 de junio de 2010

Lágrimas de felicidad

A veces el diccionario es cruel. Para poner ejemplos de llorar sólo hace referencia a muertes, desgracias, culpas y pecados. Así nos enseña la tradición que llorar es de las peores cosas que nos pueden pasar.
Pues quiero gritar a los académicos de la lengua que se reunen para hablar. ¿Nunca han llorado de felicidad, ni siquiera el día qué les convirtieron en letra por su obra literaria? ¿Pensaron en el prestigio, en el sueldo, antes de en su suerte?
Pues bien, yo he llorado contigo. He llorado en una habitación de hotel oliendo su perfume en las sábanas. Lloré como un niño un ocho de noviembre que me llamaron para comunicarme que al día siguiente me convertiría en profesor. Lloré cuando unos alumnos me hicieron un dvd en el que me desnudaron hasta tal punto que ellos no tienen ni idea lo que significa. Lloré cuando me dijeron que mi sobrina salió corriendo detrás de mi coche cuando me vio en el parque. Lloré cuando me enviaste una canción que me retorció. Lloré de alegría cuando ella consiguió lo que quiso. Lloré cuando escribieron "estás en todo lo que me da placer". He llorado en varios conciertos, se me han saltado las lágrimas en el cine. Lloro porque tu no más mi no me hacen saber que somos amigos y que habrá un sí.
... y ahora lloro porque me he dado cuenta que la vida no para de sorprenderme...lloro porque no tengo soluciones...
y todo esto no son desgracias, ni muertes, ni culpas, ni pecados...es FELICIDAD.

viernes, 11 de junio de 2010

La cita

Mientras trasladaba en silla de ruedas a un niña que se había hecho un esguince jugando al fútbol, vio entrar airadamente a un señor mayor con un curioso traje rojo y un vistoso bombín. El señor entró en urgencias gritando, pidiendo que le atendieran rápido, pero no parecía que sufriera ninguna dolencia importante. Antes de desaparecer por el pasillo y perder de vista a tan curioso señor solo pudo ver que señalaba el aire con un dedo vendado.
Esperando el ascensor y compartiendo gominolas con la chica futbolista podía oír lejanas voces que llegaban de la recepción del hospital. ¿Qué le ocurrirá a ese señor? - pensó- Miró el reloj mientras pensaba en el señor y oía sus voces y se dio cuenta de que a su turno le quedaban dos minutos para terminarse. Subiría a la niña en ascensor a traumatología, bajaría a vestuario y mañana será otro día.
No le gustaba aquel vestuario. La luz era demasiada blanca y era demasiado luminoso para tratarse de una habitación tan pequeña, en un hospital tan grande. Siempre pensó en aquella luz tan blanca como en una sala de autopsia.
Ya en vaquero y camiseta salió despidiéndose de su compañero de recepción, un funcionario descarado que estaba encantado de lucir sus cadenas de oro sobre un pecho con demasiado pelo. Cada día le costaba más enseñarle una sonrisa a ese tío.
Al salir, volvió a encontrarse con el señor mayor de traje rojo y zapatos impecables. Ahora reposaba el bombín sobre la rodilla y no paraba de mover la cabeza en un movimiento negativo, mirando su reloj con insistencia. Sintió la necesidad de acercarse y saber que le ocurría a ese hombre que se había vestido de una forma tan elegante para ir a urgencias.
- Hola. Soy Pili, trabajo aquí. Puedo ayudarle en algo.
- Sus compañeros no me quieren atender.
- ¿Se encuentra bien?
- He venido a quitarme los puntos de un corte que me hice en el dedo.
- Entiéndalo señor, aquí los casos se tratan por gravedad, no podemos hacerle pasar antes que a otros pacientes para quitarle a usted los puntos. Lo suyo no es tan grave como para venir a urgencias.
- ¡Qué sabe usted que es urgente! Tengo una comida con una amiga en menos de una hora. Tengo que llegar a la residencia donde está ella.
- Entiendo.
- No, no entiende. Allí son muy puntillosos con los horario de visitas y de comida. Si no voy hoy no sé si volveré a poder ir a verla. A los noventa no se sabe cuando será la próxima vez. Dejar pasar una oportunidad puede significar perderla para siempre.
- A ver ese dedo. Está bien. Venga conmigo. ¿Noventa años? No los aparenta. ¿Cómo lo ha hecho para llegar así de bien?
- Soñando, niña, soñando. Y viviendo algún sueño de vez en cuando.
Pili llevó al señor mayor hasta la sala de curas.
- ¿Cómo se llama ella?
- Ya da igual como se llama. No se acuerda ni ella misma.
- ¿Alzheimer?
- Si señorita. Puto Alzheimer. Vivir sin memoria.
- Y si ella no sabe ni la hora que es porque tiene tanta prisa, ella no distinguirá entre una hora o cinco minutos.
- Ella no. Pero yo sí. Para mí el tiempo sigue corriendo, y yo si sé que llegará el momento en que ella se tenga que ir cuando una enfermera se la lleve de nuevo a su habitación y me diga con una sonrisa estúpida en su cara: se terminó el horario de visitas. Recordar con ella momentos es uno de los sueños que vivo, y eso me ayuda a llegar tan bien a los noventa.
Ese fue el primer momento donde la cara gruñona del hombre por fin mostraba una sonrisa.
-¿Es su mujer?
- No. Es una antigua amiga. Nunca salimos juntos, pero siempre se quedó conmigo. Verla por azar en aquella residencia me hizo volver a escuchar música, releer poesías antiguas, pasear, ir a la playa, incluso un día me atreví a hacer footing, pero tuve que pararme a los dos minutos. Pero bueno, lo que quería decirle es que el amor no tiene una única etiqueta, ni una única ceremonia. Por suerte, no tenemos ni idea de donde está el amor. Ahora sí la estoy aburriendo.
- No. Ahora me ha dado una lección. Bueno, este dedo está perfecto. Es usted un buen paciente, no se ha quejado nada de nada.
- No soy un buen paciente, usted es una estupenda enfermera.
- No se vaya, le acerco a la residencia. ¿Sabe? Si fuera su amiga no me gustaría que me hicieran esperar. En algúna parte de su mente, de su corazón o de sus pupilas, yo qué se, ella también siente los nervios de comer con usted y sentarse a oír como fue su primer beso.
- ¿Por qué cree que nos besamos alguna vez?
- Porque yo también dejaría a mi lado a alguien que me besó de una forma diferente, aunque luego nunca hubiera salido conmigo.
Pili cogió la mano del señor mayor y salieron del hospital. Los dos salieron al aire libre con la mejor de las sonrisas, porque fueron sonrisa inesperadas surgidas de un turno que finalizaba y de las prisas de un enamorado.

jueves, 10 de junio de 2010

SINCERIDAD...
Sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de fingimiento.
GENEROSIDAD...
Inclinación o propensión del ánimo a anteponer el decoro a la utilidad y al interés.
No me hizo falta pensar para saber que eras tú.

miércoles, 9 de junio de 2010

Gritando

Cada vez tengo más claro que no entiendo nada de lo que me rodea.


Por momentos me voy alejando de todo porque me cansa chocar contra todo. Solo quiero ser feliz haciendo feliz a la gente en la forma en que soy capaz.

No quiero soñar. Quiero vivir como pienso no pensar en como vivir.

No quiero que me llamen soñador, quiero que respeten mi forma de ver la vida.

No quiero ser sonrisa necesaria la noche del sabado , quiero que se rían conmigo y disfrutemos la risa.

No quiero ser una persona necesaria para nadie, no quiero ser el centro del mundo, no quiero que nadie me diga "te necesito", no quiero que nadie me haga chantaje en forma de recuerdos de momento que ya pasaron.

No quiero dar besos que no siento.

No quiero obligar a nadie a quedarse a mi lado.

Quiero que entiendan mi forma de querer.

Quiero gritar y no dañar los oidos de nadie.

Quiero vaciarme cuando me dé la gana y tumbarme en el sofa tranquilamente.

Quiero que nada sea obligatorio y menos que nada la felicidad.

Quiero que cada cual sea como quiera y me dejen ser como quiero.

Estoy cerca de saber lo que quiero, pero ya sé lo que no quiero.

Como diría el peor de los poetas, pero el más sencillo: ¡Hoy estoy hasta los huevos!

Lluvia de junio. 1.36 a.m.

La lluvia de junio me sacó de la cama.
En realidad, sentía como si la lluvia quisiera empezar un diálogo conmigo.
Me levanté despacio, sin hacer ruido. Sentí la madera pegajosa en mis pies descalzos y fui hacia el salón. Me situé junto a la ventana y cerre los ojos para sentir la lluvia. Me había equivocado, no quería un diálogo, la lluvia no hablaba, sino que cantaba. Abrí la ventana y saque mi mano para empaparme de gotas de lluvia.
Ojos cerrados, manos empapadas, olor a tierra mojada, gotas de lluvia haciendo música al caer sobre el asfalto. Entonces me sorprendí a mi mismo diciéndome en voz alta:
- No he salido a hablar con la lluvia, ni a escuchar su música, ni a mojarme con sus gotas, ni a oler la tierra mojada. He salido de la cama a buscarte a ti. Y por un segundo te he encontrado y al segundo siguiente has vuelto a desaparecer.
Vuelvo a la cama. Pero ahora vuelvo después de haber vivido un segundo contigo.

martes, 8 de junio de 2010

De pat@s, almejas y personas.

¿Por qué a la gente le gusta echarle comida a los patos?
¿Por qué a los patos les gusta acercarse a las personas que le tiran comida?
No será que en realidad hay algo más que migas de pan entre l@s pat@s y las personas. No será una historia de amor eterna que aún no ha sido consumada y que se queda en el deseo durante siglos.
¿Por qué en cuanto te acercas a un pato ya hace cua? ¿Qué quiere decir cua? Alomejor quiere decir bésame. ¿Qué le dirías tu a otra persona si esta no pudiera entenderte? Yo creo que le diría todo aquello que no me atrevo a decirle con las palabras que puede entender. Así que si alguien te habla como un pato en realidad es que te desea, o te odia, pero al menos no le eres indiferente.
¿Y como será hacerlo con un pato? Debe ser mejor que hacerlo con una vaca porque tiene más grasita, al menos tienen más grasa cuando están sobre un plato. ¿Qué dirá un pato cuando lo está haciendo? Cua seguro que no, porque las personas cuando lo estamos haciendo no hablamos como siempre, nos quedamos con ¡siiiii!, ¡más!, ¡no pares! o ¡para joder!
Tiene algo que ver que haya que congelar un pato para después desplumarlo más fácil con que una vez un amigo metiera un bote de Pato WC en el congelador y me dijera que estaba viendo la tele, y se descojonaba, cuando en realidad estaba sentado en la cocina frente al frigorífico. Es mas, también apareció al día siguiente un ejemplar del diario Marca dentro del congelador, ¿Es que a l@s pat@s les gusta leer prensa deportiva como último deseo antes de que los desplumen?
Reflexionaré sobre todo esto.
¿Qué pensáis vosotros de l@s pat@s y las personas?
Pd. Si alguien os dice: "Me has desbloqueado la almeja" ¿Qué pensaríais? ¿Qué se le ha descongelado la almeja y ya puede hacer paella? ¿Qué después de un montón de días en agua se le ha abierto la almeja? ¿La almeja le habrá dicho a esa persona directamente "desbloqueame de una puta vez que estoy aburrida"?
Yo no se que haría si alguien me pide que le desbloquee la almeja. Siempre he sido muy ridículo para la comida, osea, que si no me entra la almeja primero por los ojos no podría hacer nada para ayudar a esa persona a desbloquear su almeja. Pero si la almeja es bonita...si es bonita tendría otro problema, ¿cómo la desbloqueo? Abriéndola con los dedos, a muerdos...¡Cuanta responsabilidad es desbloquear una almeja¡
Patos, almejas, personas. No sé si hay amor y sexo entre los tres, pero al menos daría para una comidita genial, he dicho comidita, en qué estaría pensando.

lunes, 7 de junio de 2010

pic-nic

Un naranjo, una sombra, hierba, azahar en el ambiente, una cesta de mimbre, algo para comer, una botella de vino, una mujer, un hombre, palabras, risas, miradas, complicidad...

Tan simple, tan sencillo, tan genial.
¿Tan fácil?
Un día.
Una forma de sentir la vida.

domingo, 6 de junio de 2010

No puedo olvidar

No puedo olvidar
que no tengo alas,
que no tengo mar,
vereda ni nada
con que irte a besar.
Miguel Hernández

sábado, 5 de junio de 2010

Cosiendo una historia con títulos de canciones.

Como pesaban aquellos tablones que compré para hacer la ventana. ¡Y qué calor! A quién se le ocurre tomar una decisión como esta en verano, con lo que me ha gustado a mi siempre el otoño y caminar sobre hojas marrones.
Creo que no falta nada: madera, clavos, martillo, pintura azul, cristales.
Aquí estoy, al borde de un acantilado, ciento catorce metros sobre un mar de agua cristalina y rocas, haciendo una ventana para saltar por ella.
Podría hacer lo mismo en la ciudad, pero allí todo es más gris. Además, vivo en un segundo. Pero, sobre todo, a la ciudad le falta poesía para hacer algo como lo que quiero hacer.
También podría haber elegido ese lugar que tú conoces, allí donde solíamos gritar, pero habría sido egoista por mi parte.
Sólo tardé once horas en construir la ventana. Incluso algunos turistas extranjeros me dieron algunas monedas pensando que era una atracción turística tipical spanish. Y una niña me trajo un helado.
Ya tengo mi ventana, mi mar y mi altura para dar el salto.
He decidido que saltaré justo cuando el sol esté dentro de la ventana. Ya sabéis por la justicia poética.
Mientras llega ese momento intento recordar porqué estoy aquí. Con tanto trabajo bajo el sol de verano casi se me había olvidado porqué he venido a este acantilado a saltar por una ventana. No estoy aquí por cuestiones de familia, me gusta mi familia. Creo que estoy por una especie de agotamiento, no sé, es como no tener ganas de nada aún teniendo ganas de todo. Es una sensación como cuando te deslizas por la nieve y sientes a la vez que está fría pero que quema y te hace una herida, incendios de nieve, que cantan por ahí.
El sol ya está casi entero enmarcado dentro la ventana, sólo quedan unos minutos. ¿Pero qué hace esa gente? ¿Por qué me miran todos? ¡¿Qué coño miráis?¡ Pero claro, son todos turistas extranjeros, no entienden nada. Parecen la Inquisición. ¿Sérán sus miradas la mirada de la gente que conspira?
- ¡Iros! ¡Dejadme en paz! ¡Paso de vuestras miradas como de las malas lenguas!
Menos mal que llegó el autobús que les devolvía al hotel. Salvado por la campana. ¿Qué turista cambiaría el buffet del hotel por ver a un blanquito saltar por una ventana al mar desde un acantilado?
Ahora sí, ahora todo está tranquilo, y el sol ya está dentro de la ventana. Es hora de prepararme para hacer lo que vine a hacer. Me pongo mi camiseta preferida, una vieja camiseta negra de 1999 y le doy la espalda a la ventana para coger unos metros de impulso.
Llegó el momento. Miro la ventana. Respiro hondo y me digo a mi mismo ¡Voy a romper las ventanas! En ese momento aparece a mi lado una chica vestida con un traje blanco que me dice:
- No empieces a correr hasta que yo diga ya ¿vale?
- ¿Quién eres?
- Recuerda, cuando diga ya, sino el salto no será válido.
- Pero que coño dices, no he venido aquí a jugar a ser olímpico, he venido a ...
- ¡Ya!
Joder, lo ha dicho de tal forma que he empezado a correr como si tuviera que ganar una medalla. Es lo mismo, aquí estoy, corriendo, sintiendo como cada músculo de mi cuerpo se esfuerza en llegar a la ventana y ...
-Miau
¿Miau? ¿Qué hace ese gato negro ahí en medio? ¿De dónde ha salido? ¿Será de la chica que me ha gritado ya?
Da igual, sigo corriendo mirando fijamente a la ventana.
- ¿Quieres una calada?
¿Y este ahora? Pero ¿de dónde salen tantos personajes? ¡Es mi puto salto!
- Bah, no te agobies. Españoles siempre deprisa, todo deprisa. En Marruecos decimos "prisa mata", pero vosotros españoles siempre deprisa. Toma una calada antes de saltar, te gustará, está hecho de la mezcla de algunas plantas, tu ya me entiendes.
- Vale le doy una calada, pero después desapareces y me dejas saltar.
- Como quieras.
Le di una calada a aquella mezcla y me salió una sonrisa de colores. No hay prisa, aún está el sol en el centro de la ventana.
Dos minutos después, habían desaparecido la chica, el gato y el marroquí, pero el sol estaba amenazando con salirse del marco. Así que me intenté espabilar despues de fumar aquellas plantas y volví a correr en dirección a la ventana. Ahora si, ahora me siento libre por fin, ahora soy ... no ¿Qué hace ese gordo vestido de director de circo delante de la ventana?
- ¿Es que piensas saltar así sin más?. Tengo que darte la orden, para eso soy el director.
- ¿El director de qué, gilipoyas?
- Si me insultas no te daré la orden para saltar. Vuelvete unos pasos hacia atrás y cuando te de la orden corres, yo levantaré el aro y tu pasarás por él antes de empezar a volar.
- La orden, ¿qué orden?
- Y tú fuiste al freak show de Búnbury que se hizo en un circo. ¿Cual va a ser? Alehoop
Haré caso al director sólo para que se calle y poder hacer lo que tanto deseo. Después de colocarse y dirigirse a su querido público, ¿qué público?, está fatal el pobre, grita: alehoop. Ahora si, corro como no recuerdo haberlo hecho nunca para evitar que aparezcan más personajes, salto, grito, paso por el aro, siento como algunos cristales rotos se incrustan en mi piel y por fin veo el mar y las rocas y... ¿por qué no sigo cayendo?
- ¿Qué crees que haces?
Un personaje vestido de blanco me sujetaba por la espalda y evitaba que mi caída fuera libre.
-Soy el Ectoplasta.
- ¡Suéltame! ¡Quiero llegar al agua y a las rocas!
- Anda ya.
- ¿Qué? Pero quien eres tú para tratarme como si fuera tu marioneta.
- Ya te lo he dicho, soy el ectoplasta. Yo controlo quien puede saltar y quien no desde mi acantilado.
- ¿Tu acantilado?
- Si, mi acantilado. Y he decidido que te mereces un segundo asalto.
- No quiero un segundo asalto.
- Aquí lo que tú quieras da igual. Te voy a dar una ostia y te voy a enviar donde creo que tendrías que estar ahora, en lugar de dando saltitos.
Sentí un golpe que hizo que me doliera mucho todo el cuerpo. Pero el golpe no había sido con las rocas como yo esperaba. Me desperté junto a una casa en ruina, sentado en la acera. Podía sentir la mirada de la gente, pero ahora la gente sonreía, bebía cerveza y cantaba canciones mientras una cola de personas se introducía lentamente en un local. Me puse a la cola y me dispuse a seguir a la gente.
Delante de mí había una chica de pelo rizado con una camiseta negra. Le llamé la atención poniendo mi mano en su espalda.
- Perdona, ¿para qué es la cola?
- Para el concierto, y a ver si se dan prisa en cortar las entradas porque vamos a pillar el concierto empezado.
La chica morena llevaba puesta una camiseta de el club de fans de john boy. ¿He llegado a un concierto de love of lesbian desde un salto por una ventana en un acantilado?
Me dejé llevar por la chica morena y me puse a su lado en el concierto, mientras en el escenario Santi cantaba...
" Hoy voy a hablaros del amante guisante, el hombre que montó un gran show por los aires"
¿Qué canción era? Se lo pregunté a la chica morena.
Ella me miró a los ojos, parecía como si se hubiera hecho el silencio.
- Te hiero mucho.

viernes, 4 de junio de 2010

Motivos

Vivir con los nervios apuntando a la piel

Sentir la fuerza del estómago

Aprender a caminar sin red

Buscar el amanecer, perseguir la noche.

Abandonar la estupidez

Viajar sin motivo

Besar con todo el cuerpo

Admirar la imperfección

Hacer estatuas de agua

No tener miedo al cambio

Buscar la felicidad en el pecho de la hormiga

Nadar en la arena, caminar sobre el mar

Desaparecer...

jueves, 3 de junio de 2010

El tirachinas.

- ¿Qué haces?
- Estoy haciendo un tirachinas para cazar dragones.
- ¿Dragones? ¿Hay dragones en este pueblo?
- ¡Claro que hay dragones! ¿De dónde eres?
- Soy del otro extremo de la tierra. Empecé a caminar hace un mes y no he parado hasta que te he visto ahí sola haciendo tu tirachinas. ¿De verdad cazas dragones?
- Si.
- Yo solo he visto cazar lagartijas. A mi solo me gustaba intentar acertar a darles, pero no me gustaba lo que le hacían luego, cortarle el rabo para ver si se seguían moviendo y todo eso.
- Pero una lagartija no es igual que un dragón.
-¿Hay algún dragón cerca ahora? ¿Se pueden ver?
- ¿Estas ciego? Date la vuelta y mira la pared, está llena de dragones. Les encanta salir las noches de calor y comerse los mosquitos que están junto a las farolas.
- Pero eso no son dragones, son lagartijas. Los dragones tienes alas y vuelan. Esas son lo que yo llamo lagartijas.
- Y una mierda van a ser lagartijas, son dragones. Las lagartijas y los dragones tienen diferente la cara. No tienes ni puta idea de dragones.
El chico se quedó sorprendido al ver salir aquellas palabras de la boca de la chica, pero le encantó como las decía. Nunca pensó que le pudiera gustar alguien por su forma de decir tacos.
- Vale son dragones. Es que yo de dragones no sé mucho. Solo sé que en todos los castillos donde hay una princesa encerrada hay un dragón. Siempre les toca hacer de malo, pero a mi me gusta pensar que no son tan malos como dicen en los cuentos.
- ¿Te gustan los cuentos?
- Si. Me gusta leer cuentos y pensar que algún día yo seré protagonista de alguna historia parecida, pero sin príncipes ni princesas, una historia normal.
La chica le miró con cara de incredulidad. ¿De dónde ha salido ese chico que dice que lleva un mes caminando?
- Anda, ve a buscar chinas y le tiramos a los dragones.
El chico recogió chinas hasta que hizo un pequeño montón de piedrecitas redondas, perfectas para convertirse en proyectiles contra dragones.
- Tiramos una vez cada uno ¿vale? -dijo la chica-
- No te preocupes, tira tú, a mi sólo me gusta apuntar, pero después pienso en su cara y me da pena.
- Chico, que raro eres.
Al chico le gustó ver como ella se preparaba para disparar. Como preparaba el tirachinas, con que cuidado cogía la piedrita, como apuntaba, como le molestaban los rizos para disparar y como se enfadaba cuando no le daba al dragón.
- ¿De verdad no quieres tirar? Anda, aunque sea una vez, juega.
- Vale pero sólo una vez.
El chico imitó todo lo que hacía la chica. Lo hizo todo muy lentamente. Cerró un ojo, apuntó con el tirachinas, disparó y... se entalló los dedos con el tirachinas. La chica cayó de culo al suelo de la risa.
-¡Qué torpe xe!
- Ya te dije que sólo me gustaba apuntar. Dijo el chico mientras también se reía.
Qué forma tan especial de reír -pensó él-
- De aquí no nos vamos hasta que caiga ese dragón...
- Niñaaaa - se oyó una voz que sólo podía pertenecer a una madre. Sólo una madre puede gritar así y que no suene mal. Era su madre. Ella salió corriendo.
- Tengo que irme, te dejo el tirachinas. ¿Vendrás mañana? -dijo mientras empezó a correr-
El chico se quedó mirando como ella corría, también de una forma peculiar, como su risa, y desaparecía tras el portal de una casa pintada de azul. Él se quedó en la calle, sólo, mirando el tirachinas que ella había puesto en sus manos. Miró al dragón que seguía comiendo insectos tranquilamente en la pared, apuntó, cerró un ojo, tensó la goma, pero no se atrevió a disparar. El chico siguió andando y desapareció por la cuesta abajo.
Al día siguiente la madre de la chica recogió el tirachinas que estaba en la entrada de la casa. Se lo dio a su hija acompañado de una pequeña regañina (siempre pierdes todo, un día perderás la cabeza). Ella lo cogió y pensó en el chico. Se dio cuenta de que en la goma había letras escritas.
- Me gustas.