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martes, 6 de julio de 2010

Una casa encantada, un sueño, una mujer, una noche de verano

Llevo un par de días en una casa encantada. La pareja que vive en ella y que me la ha dejado no me avisaron, o quizá no han descubierto aún el encantamiento de su vivienda. Entré en ella y me encontré una moderna casa de ikea, pensé que iba a estar una semana viviendo en una casa que ya conocía (creo que no tengo amig@s que no tengan algo de ikea en sus casas) Dejé la maleta, eché un vistazo y cerré la puerta (Siempre tardo en cerrar las puertas de los lugares que visito, da igual que sean hoteles o casas). Al cerrar la puerta sentí una sensación extraña pero muy satisfactoria. Me sentí contento en un instante.

Fui hasta mi nueva habitación para abrir la maleta, no para colocarla, y oí el ruido de una ducha abierta. Abrí la puerta del baño para cerrar la ducha que mis amigos se habían dejado abierto, hecho sorprenderte porque son muy organizados. La sorpresa fue encontrarme una silueta de mujer tras una mampara repleta de gotas que se hacían camino hasta el suelo.

- ¡Perdona! Pensé que estaba solo.

No tuve ninguna respuesta por su parte, pensé que quizá estaba tan sorprendida como yo, y, quizá, desilusionada por no poder disfrutar de unos días de soledad deseada. Cuando pasó un minuto comencé a sentir una punzada caliente en el dedo corazón de mi mano izquierda, debí entallarme al cerrar la puerta del baño de un modo torpe y rápido. Chupando mi dedo, agarré la maleta y la llevé a otra habitación donde había una cama pequeña. Daba por hecho que ella habría elegido la cama grande (no me gusta la expresión cama de matrimonio)

Bajé la persiana y me tumbé en aquella cama pequeña que aún conservaba el calor en las sábanas después de haber recibido la luz del sol durante horas. Dejó de oirse el agua, pero ella no dio señales de vida. Treinta minutos después decidí ir al baño, sin abrir la puerta, para preguntarle si se encontraba bien.

- Hola, soy Prometeo. Siento lo de antes. Estás bien.

De nuevo no encontré respuesta. Eché un vistazo a la habitación, al salón, a la cocina, pero no había nadie.

- Hola. ¿Estás ahí? ¿Hay alguien?

Con mucho cuidado comencé a girar el pomo de la puerta. Pude ver una toalla en el suelo. Fui subiendo la mirada para ir descubriendo que allí no había rastro de mujer, salvo por el hecho de que aún quedabas gotas en la pared. La ducha había sido real, pero ¿dónde está la mujer? Yo sé lo que había visto ¿o no?

No quise volverme loco. Saqué mis apuntes de la maleta y me senté a estudiar. Así pasé un par de horas, pasando del sofá a una incómoda silla plegable, después me senté a leer en el pasillo. Se me cayeron los apuntes al suelo cuando vi salir de la habitación grande una mujer morena, con camiseta, vaqueros y sandalias. Pasó a mi lado pero no dijo nada, como si ni siquiera me pudiera ver. Esta vez yo también quedé en silencio. Ahora la había visto, al menos sé que no es una locura mía ¿o si?
Salí a dar una vuelta por el Madrid internacional del barrio de La Latina sin dejar de pensar en aquella imagen de mujer que había visto tras la mampara y caminar casi pisándome en el pasillo. Regresé a casa después de tres cañas, dos mojitos y un bocadillo de calamares y haber conocido a gente nueva. ¿Habría vuelto ella a casa?
Abrí la casa y la vi sentada relajadamente en el sofa viendo una ópera en la televisión. Me senté a su lado pero no quise hacerle ninguna pregunta. Ya no me importaba quien era, porqué no me hablaba, porque aparecía y desaparecía de ese modo tan caprichoso, porque me ignoraba. Lo que no pude evitar fue sentir unas terribles ganas de notar su piel y oir su voz.
Cuando acabó la ópera se levantó de un modo relajado, recogío el vaso donde había bebido vodka caramelizado y desapareció. Intenté oir algo pero no alcacé a sentir ningún ruido, ni siquiera el que podría hacer la puerta de su habitación al cerrarse.
Un minuto después yo también me fui a la cama. Leí un poema antes de apagar la luz. Cuando la apagué una voz me sobresaltó y una mano me tranquilizó.
- A mi también me gusta ese poema. Shh no digas nada. Sólo abrázame y dame un beso. No es fácil ser la mujer de tus sueños.
No me decidí a darme la vuelta pero si que entrelacé su mano con la mía.
- No es fácil saber que existe la mujer de mis sueños. No es fácil verla en cada canción, en cada parque, en cada pensamiento, en cada estación y ver como siempre cogemos trenes diferentes.
Ella no dijo nada. Yo no dije nada. Sólo nos dedicamos a vivir el momento, a guardar nuestra forma de abrazar, besar, oler, sentir, gritar.
Pd. Mañana, día de San Fermín, es mi último examen. Iré como un precioso toro que corre por las calles, que quiere dar espectaculo sin coger a ningún corredor. Y después, a buscar la salida a una muerte segura.

7 comentarios:

  1. Mañana me pondré algo rojo, pero no por ser San Fermín, sino por los que os presentáis como toros en busca del trabajo que más respeto me merece.
    Será la muerte segura aunque "plaza" en mano,cada palabra enseñada y aprendida te dará un poco de vida.

    P.D. Has tenido que topar con muchas mujeres charlatanas y contestonas para que la mujer de tus sueñoss sea tan callada.. :)

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  2. Hola Prometeo , acabo de leer tu relato, me parece excitante la historia ,a la vez de misteriosa y con un leve toque sensual ...Prometeo ,por un minuto desee ser esa mujer de tus sueños ... Dejar mi huella en esa casa encantada ...

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  3. me a encantado..preciosa historia...un beso....

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  4. Bonito relato, entran ganas de muchas cosas.

    Saludos.

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  5. Ella sentía que estaba en aquella casa, no físicamente sino de una manera extraña y alucinante. El estaba allí mismo, al lado de ella, hablando sin parar, contando una historia extraordinaria, llena de emoción y sensualidad, con su dulce voz y su dulce cara. Se sentían muy relajados el uno con el otro, como si se conocieran de toda la vida.
    -¿Qué eres, un encantador de serpientes?
    Ella solo deseaba estar con el de la manera que fuera, se sentía completamente llena a su lado, llena como nunca se había sentido antes, era algo diferente, como tirarse por un precipicio, como reírse a carcajadas hasta que ya no puedes respirar, como tomarte unas cervezas con amigos, como sentir el sol en la playa, como nadar en el mar a primera hora de la mañana, como cuando eres feliz …. y q s

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  6. A mi tampoco me gusta eso de cama de matrimonio. Una cama grande no tiene nada que ver con una institución tan alejada de muchos. Una cama grande, para mi sola, en la que tantas y tantas noches he disfrutado durmiendo en diagonal placidamente, y tantas otras he extrañado algo de compañía.

    Me ha gustado tu relato, un placer descubrirte.

    Tu tambien eres un Oposeitor? Suerte en el resultado!

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  7. Si también soy opositor, gracias por los buenos deseos. Si tu también eres opositora, suerte para ti también. Dormir en diagonal, en una cama enorme, agarrando la almohada es un placer genial.
    Pásate por aquí cuando te apetezca.

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