No recuerdo con exactitud cuando vió la luz el último disco de Búnbury, Las Consecuencias, lo que sí sé con precisión es que aún no he sido capaz de escuchar el disco entero, de un tirón, una canción tras otra. Por primera vez en mi vida me he encontrado Frente a Frente a un conjunto de canciones que me mira a los ojos y me vence, me supera, me hace caer de rodillas, como le ocurre a El boxeador que escucha la cuenta hasta diez.
Ya en su primera canción me dispara a quemarropa "¿Por qué siempre conviene alegrar a la gente? También de vez en cuando está bien asustar un poco". Pues tengo que decirte, canalla, que conmigo lo has conseguido. Y si, como tú dices, "Las consecuencias son inevitables". No está mal para ser el primer tema de un disco que yo ya sospechaba duro...
Pero no iba a parar ahí. No, Ella no me dijo que no, fui yo, quien ante la bifurcación del camino, elegí No. "No es posible el amor como una destrucción". El cantante se adelantaba al final, actuó como si ya lo conociera.
Estoy en la canción número tres y ya no pude seguir. Tiré todo lo lejos que pude el mp3. Quise alejarme de esa voz que tantas lágrimas había sacado de mí en quince minutos. Lo peor es que ella sabe que Búnbury es quien más me gusta, y por complacerme, lo ponía mientras cocinábamos juntos.
- ¿Por qué desenchufas el equipo de música?
- Porque me va a salir fatal esta pasta carbonara. Me siento como un personaje de "Como agua para chocolate" que va a estropear la receta por mezclar el vino blanco con lágrimas.
A partir de ahí comencé a escuchar el disco entero a través de canciones sueltas, como quién toma obligado un bombón relleno de licor aunque odia el momento en que el líquido sale del chocolate. No podía ser que no pudiera oír un disco. ¿Cómo me puede doler un grupo de canciones? ¿Cómo me puede hacer llorar? ¿Cómo es posible que sienta esto con solo un estribillo? ¿Cómo puede titular una canción 21 de octubre, por qué precisamente esa fecha y no 11 de enero que no es nada para mí?
Cuando le explico a la gente que Búnbury me gusta porque expresa en sus letras todo lo que a mi me gustaría decir, que en sus letras se refleja mi vida, no sabía que podía ser tan malévolo, aunque él no lo sepa. No podía entender que ella quisiera cambiar "Lo que más te gustó de mí".
Sin darnos cuenta, entre canción y canción, entre silencio y silencio, llegó "La hora de hablar" "de la quimera de otra vida, de lo que no supimos expresar...de las cosas rotas que no puedo arreglar". Ahora sólo somos "Habitantes" que "nos echaremos de menos".
Aunque "Nunca se convece del todo a nadie de nada", puedo asegurar que fue una historia preciosa. No tuvo el final feliz que la costumbre fija en nuestra mente, pero tuvo momentos que nos sacarán lágrimas durante un tiempo y nos harán sonreir en el futuro.
Mientras, intentaré estar lo más cerca de mi idea de vida, que no es la mejor, pero es la que quiero para un futuro próximo, "No estar quieto...que no le cause a nadie espanto...que no me pongan en un aprieto por algo que no está en mi mano...soy vagabundo...de aquí de allá...un poco tuyo y de Todo el Mundo".
A pesar del dolor, de no ser capaz de enfrentarme a un "simple" disco, nada me impedirá madrugar mañana para intentar conseguir dos entradas para uno de sus cinco conciertos en España. Dos entradas, porque es posible que necesite varios abrazos de complicidad durante el concierto, o quizá, para enfrentar mi sonrisa con otra sonrisa.