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martes, 13 de julio de 2010

Voces

Salió dando saltos del mar y fue directo a por su mochila para comprobar la hora que era. Nunca usó reloj pero el móvil se había convertido en su cómplice y sería él quien le anunciara si el momento estaba ya cerca o si le daba tiempo a nadar durante un ratito más. Eran las ocho menos cuarto, una hora perfecta, Juan no salía del trabajo hasta las ocho, y nunca le llamaría antes de salir de trabajar.
A Juan le gustaba hacer la llamada cuando por fin apagaba la pantalla del ordenador, hablar mientras se perdía por las calles, doblando esquinas caprichosamente, para después tomarse un té helado y disfrutar recordando las risas hechas durante la charla.
Abel decidió secarse de pie al sol, sintiendo el tiritar del cuerpo, para ir poco a poco perdiendo las gotas que le robó al mar y ver como aparecen las líneas de salitre sobre la piel.
Abel recogió su mochila, ni siquiera había sacado la toalla, y se fue, chanclas en manos, hacia un banco de la plaza donde le gustaba sentarse para hablar con Juan. Descalzo, con sus pies llenos de arena, sintió el calor del asfalto, un calor agradable, por lo que decidió seguir descalzo. No tenía un banco favorito. Le gustaba aquella plaza por sus arcos imperfectos, el ambiente de niños corriendo, gritando, madres que hablan divertidas, un niño que llora porque sale sangre de su rodilla y al minuto sonrie con un helado en la mano. Sin embargo, aquella tarde todos los bancos estaban ocupados. Echó un segundo vistazo y vió a una señora de unos sesenta años que estaba sentada en el borde de uno de los bancos. No lo pensó, y se sentó a su lado.
- Buenas tardes - dijo Abel, intentando que la mujer se sintiera agusto con él a su lado.
- Buenas tardes.
Abel miró la pantalla del móvil, las ocho y dos minutos, pronto sonaría la banda sonora de su historia con Juan para saber que él ya estaba al otro lado de aquel aparato extrafino que tanta felicidad le daba últimamente. De un modo institivo pensó que quizá debería levantarse porque a veces las conversaciones se humedecían y quizá molestaría a la señora, o quizá sería aún más divertida ¿Quién sabe?
- Tú no esperas la hora de la misa ¿Verdad? - Dijo la mujer.
- No señora, la Iglesia y yo no nos llevamos muy bien la verdad. - Contestó Abel mientras enredaba con sus manos y la arena de sus pies.
- Yo tampoco me llevo muy bien con la Iglesia, pero me gusta que me cuenten historias. No pienses que creo en la resurrección, en que Dios está en todas partes ni nada de eso, pero este cura tiene una voz bonita y saber contar muy bien las historias de la Biblia. Mira, la Biblia sí me gusta, es un buen libro.
Un poco desconcertado Abel sonrió a aquella mujer entre sorprendido y sin saber muy bien que decir.
- ¿Esperas una llamada importante? No paras de mirar el móvil.
- No es importante, bueno sí que lo es. Bueno, es sobre todo un buen momento. La llamada de un amigo.
- Debe ser más que un amigo porque tus ojos miran con mucho deseo el aparatito.
Abel no pudo reprimir una risa.
- ¿Tanto se nota?
- Si, hijo. El amor, sea como sea, lo vistas de la forma que quieras, se nota. Da igual que sea una madre, un hermano, un marido, un amante, un primo que vive en Italia, el amor se nota. Y tú sientes amor o lo que sea, llámalo x decís los jóvenes ahora ¿no?, por ese amigo.
- Pues sí. Es alguien genial. Tiene magia ese chico y me gusta tanto como para mirarle a los ojos y decirle ¡Me vuelves loco!
- Todos necesitamos que nos dejen decir cosas bonitas y si alguien está dispuesto a escucharlas ese momento es un regalo - dijo la mujer.
Las ocho y cuarto y Juan no llamaba, pero Abel estaba cómodo con aquella dicharachera mujer.
- Al final todos necesitamos oir historias que nos hagan felices. Escuchar, que nos escuchen, que nos dejen ser estúpidos. La imagen de un hombre hablando por móvil en un parque, riéndose como si pensara que nadie le oye o que nadie le ve, limpiando la arena de sus pies, quedándose con la boca abierta durante un minuto, cazando caballitos al aire y poniéndolo en su rodilla es una imagen muy estúpida. Tanto que vengo a la misa de ocho y media treinta minutos antes para verte, para imaginar vuestra conversación y para sentir vuestra alegría. Que te sentaras a mi lado hoy ha sido un regalo.
- Pero mujer ¡qúe dice us..
El tono de "Viva el loco que inventó el amor" de Sidonie rompío la frase de Abel. Repartió miradas entre el rostro de aquella mujer que había aparecido en su vida y la foto de Juan que aparecía en la pantalla cuando se iniciaba la llamada.
- Niño, coge ese teléfono. Hoy me pierdo tu cara de felicidad porque ya son las ocho y media y tengo que entrar en misa, esas campanas son muy puntuales.
Abel cogió la llamada y balbuceó el saludo.
- Un segundo Juan. ¡Señora, Señora¡ - Abel gritó pero la mujer no se detuvo y entró en la Iglesia. Un segundo Juan ahora te llamo.
Abel entró en la Iglesia. No sentía el frescor de una Iglesia desde hacía dos décadas, ahora la planta de sus pies si que estaban fresquitas. Vio a la señora, ahora sonriente. Una voz que parecía pintar las paredes de los muros de colores llenaba la Iglesia de una paz desconocida para Abel. Abel se acercó a la mujer, y le susurró:
- Mañana es viernes, Juan llegará por la noche, pero el sábado nos veremos los tres en un banco de la plaza a las nueve, después de misa. El sábado cenaremos, contaremos historias ¿qué le parece?
La mujer no había dejado de mirar al frente mientras Abel le hacía aquella proposición. La mujer miró a Abel, le regaló una sonrisa positiva y le dijo al oido.
- Me pondré mi vestido de colores.
De repente la canción de Sidonie retumbó en la Iglesia haciendo callar al cura. Abel sintió la mirada inquisidora de varias personas, pero también sintió la risa de la mujer de la que aún no sabía su nombre.
- No estaría mal hacer un concierto en la Iglesia, no suena nada mal esa canción - dijo el cura.
Abel sonrió al oir al cura.
Al salir de la Iglesia devolvió la llamada a Juan
- Juan, eres un regalo.
- ¿Qué pasa Abel?
- Pasa que eres un puto regalo y que estoy deseando que aparezcas para darte un abrazo

3 comentarios:

  1. ahhhhhhhh aparecere en cualquier momento...tus historias me hacen muy feliz joderrrr....tu me haces feliz...y q s
    PD. Te voy a morder y te voy hacer mucha sangre que lo sepas...

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  2. Hace un momento hablaba con un amigo....Bueno, un amigo como el de la historia con la que me acabas de deslumbrar......de esos que te hacen vivir la descripcion tan pura que tu has echo del enamoramiento.....ese reir sin motivo....ese importarte todo un carajo menos el........Yo soy Juan.....el es Abel.............La realidad es que el es un hombre.....en alma de niño......y a mi, aunque me gustaría ser Juan soy casi como la anciana......pero con alma de niña....aunque mente de mujer..........Hablabamos sobre una evidencia que el no veia.......Yo, de buen rollito porque nuestros cuerpos no nos pertenecen....aunque nuestras almas son almas gemelas....de las que siempren se querran aunque nunca acabarán juntas....., le decia que estaba segura de que se habia tirado a una amiga de la que habla muy bien......me preguntaba que como lo sabia......Dios.....mira arriba...... Yo.... Que..... Se. Es evidente.....jajajjajaj.

    Te superas dia a dia Prometeo.....me entran ganas de meterme en google y ver que hizo ese tal Prometeo.......

    Lo he hecho......Prometeo.....ahora se por que te llamas asi......Titan.....Favoreció a los hombres entregandoles el fuego (simbolo de vida, de energia, de inteligencia).....El fuego , ese que te aleja de los mortales y te acerca a lo divino...........

    Tu repartes vida con tus textos...... recupero la energia.....soy mas vital.....descubro que en cada una de tus textos se refleja la libertad.....las ganas de vivir.......Entre lineas se adivina que eres hombre de sentimientos.....amas a la persona...no al genero....no al sexo.....Desprendes sensibilidad...Adoras la libertad....disfrutas de los que a otros les parecería un autentico coñazo...respetas a los mayores......mucho respeto a los mayores.....que pueden ser tan o más sabios que la anciana de tu historia....que en vez de dejar que la vida pase....se engancha al barco de la vida.......Quiero ponerme el vestido de colores y salir a disfrutar de la vida........

    Quiero que sepas que sin conocerte me has cautivado......tienes la capacidad de hacer que la gente sienta lo que escribes.....como si fueramos protagonistas de cada y una de tus historias......sintiendo el calor del asfalto o el tacto de la arena en los pies........o sintiendonos todos como tu sobrina....viviendo por primera vez la magia de un baño en la oscuridad de Zahara.....

    Ese es un don.....Yo no te voy a morder....simplemente te doy las gracias por hacerme feliz todas las noches un ratito....

    Sigue en tu mundo ideal....no despiertes o el mundo te morderá.....

    Gracias Prometeo......L.A.C.A.B

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  3. El moderno prometeo = Frankenstein

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