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miércoles, 12 de mayo de 2010

Berlín

Hasta hoy he hablado de momentos, personas, música... ha llegado el turno de los viajes. La idea surge después de estar compartiendo música con alguien especial. Es curioso, siempre que empiezo a compartir música con esa persona especial sé como empieza la sesión pero nunca como va a terminar. Ayer la música me llevó a acabar con mi cuerpo retorcido y mi memoria en Berlín.


Berlín. ¡Qué ciudad!


Hace poquito tiempo escribí lo siguiente cuando quería empezar a hablar de otra ciudad:

…siempre he pensado que las ciudades no son feas o bonitas por sí mismas, sino que es el momento en el que pasa por ella el que la puede convertir en una ciudad especial o en una ciudad más que olvidamos sin más…


Creo que es así. Que somos nosotros quienes les da el toque a la ciudad. A pesar de que una ciudad pueda ser maravillosa, estar repleta de monumentos impresionantes, edificios peculiares, etc. es nuestro ánimo el que convierte esa ciudad en un lugar maravilloso.


Algo así me ocurrió con Berlín. Recuerdo que insistí mucho en visitar aquella ciudad. Tuve que competir duramente con la opción de París frente a mis amig@s. Les presenté Berlín como una ciudad diferente, llena de galerías de arte contemporáneo, callejeo, ambiente nocturno...pero como dice Búnbury "Nunca se convence del todo a nadie de nada". Aceptaron elegir Berlín, sólo para retrasar el viaje a París cinco meses.


El primer recuerdo que tengo de Berlín es lo sencillo que era moverse desde el aeropuerto. En realidad, Berlín parece un lugar enorme, pero funciona como una ciudad pequeña. No sé como explicarlo. Su símbolo es el oso, y es como si la ciudad tuviera cuerpo de os@ adulto, pero alma y mirada de osezno.


Nada más aterrizar se me abrieron los ojos, se me quedaron casi en blanco y no sé si conseguí pestañear durante los cinco días que estuve allí.


Es una ciudad restaurada después de la II Guerra Mundial, pero nadie diría que allí casi no quedó nada después de las miles de bombas que perfilaron un nuevo dibujo de destrucción en la ciudad. Cada puerta de cada edificio de cada calle era una invitación a soñar con vivir en uno de esos pequeños apartamentos de suelos de madera y techos altos que se escondían tras las fachadas y tomar una copa de vino asomado en sus balcones mientras el sol se va poniendo por el oeste.


Decir oeste y este en Berlín no es como decirlo en cualquier otro lugar del mundo. Allí hubo un muro que separó a personas de sus amig@s, su familia, algo inexplicable, que ahora queda como vestigio de un lugar que hasta hace poco debió ser mucho peor. Afortundamente ahora el muro es una galería de arte en sí mismo. Sin embargo, el peso de la historia en Berlín se siente a cada paso que se da por la ciudad. Simplemente preguntarte si estás en el este o en el oeste es señal de que allí hubo un tiempo en que el mundo tomo esta ciudad como tablero de ajedrez para luchar de un modo frío y calculador. Pensad ¿alguna vez, en alguna ciudad, os habéis preguntados si estáis en el este o en el oeste?


Hay lugares donde el alma se encoge y desaparece, y hace que te quedes el silencio: el monumento en homenaje a las víctimas judías. Moles de cemento que parecen grandes tumbas que crean calles por las que cuando llevas más de un minuto caminando llegas a sentirte culpable por todos aquellos momentos en que callamos ante la injusticia en lugar de, al menos, expresar lo que sentimos.


Pero hay otro Berlín...la ciudad reconstruida, la ciudad de la historia del siglo XX, ha dado paso a una ciudad donde la vida explota. Calles llenas de pequeñas terrazas donde tomar un vino, una cerveza. Galerías de arte para elegir, con las puertas abiertas, como espacios abiertos a las personas, no como lugares donde da miedo entrar. Personas que visten de mil maneras diferentes, estilos mezclados, bicicletas que ganan en número a los coches, parques donde poder hacer nudismo sin que nadie mire a nadie, parques llenos de personas tumbadas en el césped compartiendo vino, parejas de personas mayores que se sientan al sol primaveral de Berlín, salas de concierto donde todos los días hay actuaciones...


Es curioso como nos dejamos llevar por los prejuicios. Antes de ir a Berlín no imaginaba que me podría traer la imagen que ahora tengo. Una ciudad contemporánea, donde se puede sentir que vivimos en el siglo XXI, donde las personas sonríen y saben divertirse, con mil lugares para callejear. Disfruté de Berlín desde el muro hasta aquel bar pequeñito donde las mesas estaban tan pegadas que parecía que en realidad nos habíamos juntado cincuenta personas para celebrar algo.


Si algún día vuelvo a ser profesor de Historia les contaré a mis alumn@s que sí, que Berlín fue dividida en cuatro, que los políticos del momento crearon un muro para separar capitalismo y comunismo, que fue una ciudad destrozada por las bombas...pero que ahí no está la enseñanza...que lo importante es como se siente la vida ahora en esa ciudad...porque la Historia no la hacen los políticos, la hacen las personas, y en Berlín lo que yo sentí es que las personas han creado una historia llena de vida y de puertas abiertas donde hay que ir con la mente muy abierta para no perderse ni uno de los pasos que nos pueden dar la felicidad.
Pd. aquí dejo diferentes visiones de ese viaje interior por Berlín. Amigos, el muro, la ciudad y su gente, y yo...todo ello con música por supuesto. Vetusta Morla fue más vetusta que nunca viajando en el metro de Berlín rodeado de caras desconocidas.

2 comentarios:

  1. sin mucho que decir de esta mitica ciudad que tanta história tiene... el Reich, despues la libertad... take this waltz
    http://www.youtube.com/watch?v=2sZzJAxfD-4&feature=related from LEONARD COHEN ...

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  2. Solo una cancion de Leonard Cohen... su música, la letra de la canción hacen que seha algo mitico, algo sensual a la vez su voz... escuchar esta canción nos lleva a sonãr, como lo hace este blog... dejo el link:
    http://www.youtube.com/watch?v=FlpOvaKawvc&playnext_from=TL&videos=hlNmNGmVhsY&feature=rec-LGOUT-exp_fresh%2Bdiv-1r-1-HM

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